Los ojos del mundo están puestos en la frontera entre Ucrania y Rusia, donde desde hace algunas semanas se ha venido gestando una crisis que tiene el potencial de convertirse, al menos en papel, en el mayor conflicto militar contemporáneo después de la Segunda Guerra Mundial. De forma sucinta, los hechos son:
La Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la mayor alianza militar del mundo, ha ido ampliando en la última década su presencia en Europa del Este, al mismo tiempo ha promovido la instalación de sistemas de defensa en dichos países.
Lo anterior es visto como una amenaza existencial por parte de Rusia, que en respuesta, ha realizado diversas operaciones militares y paramilitares en los últimos años, siendo la más significativa en 2014, con la anexión de la Península de Crimea, hasta entonces parte del territorio ucraniano.
Ucrania ha manifestado su intención de incorporarse a la OTAN, a lo cual Rusia se opone terminantemente (postura que ha sido respaldada públicamente por China), además de que demanda suspender el despliegue de armamentos y el retiro de fuerzas en Europa del Este. Los tres puntos han sido rechazados por los miembros de la Alianza.
Con este contexto arrancó hace cuatro meses una nueva partida de ajedrez geopolítico, donde el primer movimiento ruso consistió en reanudar el envío de tropas hacia diversos puntos de la frontera con Ucrania (el cual había ido disminuyendo en el año previo), acumulando al día de hoy alrededor de 130 mil elementos.
Ante lo que se percibe como preparativos para una invasión a Ucrania, los miembros de la OTAN han respondido con la amenaza de sanciones económicas sin precedentes, el traslado de fuerzas de apoyo a Europa del Este, y un extenso despliegue diplomático orientado a mitigar la escalada militar. Rusia ha señalado repetidamente que su accionar es meramente defensivo y no busca atentar contra la soberanía ucraniana.
Te puede interesar: Tren Maya: ¿Un proyecto de infraestructura o de destrucción?
¿Cómo afecta el conflicto de Rusia-Ucrania a México?
¿Busca Rusia invadir Ucrania, como lo han señalado varios miembros de la OTAN, especialmente Estados Unidos? Si bien pareciera que las intenciones reales de Vladimir Putin implican lanzar una agresión militar, no es esta la primera ocasión en que el líder ruso desiste en el último minuto como parte de su estrategia frente a Occidente.
Muy probablemente, Putin está utilizando la presión a la ex-república soviética como moneda de cambio frente a otros temas estratégicos, tales como eliminar, o al menos reducir, la presencia de sistemas de armamento en Europa del Este. De igual forma, la inminencia de un conflicto ayuda a distraer de los problemas internos que se viven en Rusia (situación económica en declive, efectos negativos de la pandemia, entre otros).
Lo cierto es que cualquier avance en el proceso de ingreso de Ucrania a la Alianza puede ser el punto sin retorno que desate un conflicto de escala global. Y si la apuesta era promover una mayor división entre los europeos, paradójicamente, esta situación ha reavivado los lazos y consultas entre miembros de la OTAN, a la cual se le había percibido como dividida y obsoleta en los últimos años.
Para México el tema no es de interés menor, dado que ocupamos un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo cual coloca a la diplomacia mexicana en la primera fila del debate. Tampoco se puede olvidar que el tema energético es una variable crítica (Rusia provee la tercera parte del gas que se consume en Europa).
Cualquier conato de conflicto impactará directamente en el precio de energéticos y acelerará la conversión hacia energías no renovables. La próxima semana se llevará a cabo la Conferencia de Munich, principal reunión de seguridad internacional donde la situación de Ucrania ocupará un lugar central; será importante que las fuerzas armadas mexicanas, miembros de dicho foro, no se mantengan al margen de las discusiones.
Por: Amaury Fierro, maestro en inteligencia y CEO de OSINT Latinoamérica. Twitter @Cerebros_Fuga amaury@osintlatinoamerica.com
