Dentro del gremio artístico en México, la época de oro del cine nacional se consolidó como el mayor periodo que fungió como semillero de artistas en tierra azteca, esto a pesar de que se trate de un periodo en la historia que abarcó desde 1936 hasta 1956 aproximadamente. Algunos de los rostros más queridos de esta época fueron los de María Félix, Sara García, Luis Aguilar, Katy Jurado, Blanca Estela Pavón, Pedro Infante, Jorge Negrete y Joaquín Pardavé.
Sin embargo, existieron diversas personalidades que no triunfaron al mismo nivel que los máximos histriones, pero que dejaron su huella en el mundo del séptimo arte, este es precisamente el caso de María Teresa Montoya, quien destacó debido a su amplia capacidad escénica, lo cual le mereció reconocimiento dentro del mundo de las estrellas e incluso fue conocida como “La gran trágica”.
María Teresa nació un 17 de junio de 1898 en la Ciudad de México, era hija del actor de ascendencia española José Felipe Agustín Montoya y Dolores Pardavé Bernal, e imaginas bien, el primo de la joven era el actor Joaquín Pardavé, quien es recordado por su trabajo en decenas de filmes que trascendieron, además de que permanece en la memoria de los mexicanos gracias a su distintivo bigote, con el que incluso inspiró a la creación del famoso doctor “Simi”.
A pesar de que tanto María Teresa incursionó antes que su primo Joaquín Pardavé en el mundo de la actuación, lo cierto es que nunca fue tan famosa como su consanguíneo, quien incluso llegó a trabajar como director de cine, además de que también se desempeñó incluso como cantautor, compositor, comediante y guionista.
Su trayectoria en el mundo escénico
María era dos años mayor que Joaquín y desde corta edad se sintió atraída por el mundo del arte. Fue en 1916 que la joven logró abrirse paso por primera vez en el mundo actoral, esto a través de la obra teatral "La pobre Berta", sin embargo, respecto al mundo del cine, María incursionó a la gran pantalla con la película "El automóvil gris", esto en el año 1919.
Más tarde, en 1934, actuó en "La verdad sospechosa", obra con la que se inauguró el Palacio de Bellas Artes, sin embargo, su presencia trascendió, por lo que en Monterrey fundó su propio teatro en 1956, mientras que como primera actriz trágica participó en más de 500 puestas en escena, compartiendo reflectores con algunas de las personalidades más relevantes, tal es el caso de Cantinflas o Sara García, pero a pesar de su éxito, siempre vivió bajo la sombra de Joaquín Pardavé.
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