Cúpula

Un museo para una mujer inspiradora

La Universidad del Claustro de Sor Juana abrirá un museo de sitio para recordar a la monja jerónima en el 330 aniversario de su muerte

Un museo para una mujer inspiradora
Foto: FOTO: RODOLFO ÁNGULO / CUARTOSCURO

El que fue el convento de San Jerónimo -hoy, Universidad del Claustro de Sor Juana- ha sufrido, a lo largo de los años, un sinnúmero de transformaciones, transgresiones, destrucciones y reconstrucciones. El paso del tiempo fue borrando la importancia del inmueble y ninguno de los habitantes, vecinos y transeúntes caían en la cuenta de la relevancia histórica del espacio en el que Sor Juana Inés de la Cruz vivió los últimos 27 años de su vida, en donde escribió la mayor parte de su obra, donde murió el 17 de abril de 1695 y en donde, por expreso deseo suyo, fue sepultada dos días después en presencia de todo el Cabildo. 

El sepulcro de Sor Juana, al igual que el resto de sus hermanas jerónimas —las que vivieron entre estas paredes antes, durante y después de ella— estuvo en el Coro Bajo, ese espacio concebido para que las monjas vistieran el hábito al inicio de su vida conventual para hacer su profesión de fe, y para que fueran enterradas cuando llegase el inicio de una de sus creencias más arraigadas: la vida eterna.   

Ese espacio, después de la exclaustración, siguió formando parte del templo. A mediados de 1960, Francisco de la Maza comenzó la restauración de los Coros Alto y Bajo para dignificar el sitio en donde se sabía, a ciencia cierta, que reposaban los restos de Sor Juana. 

Foto: Rodolfo Ángulo / Cuartoscuro

Durante el proceso de restauración del convento, entre 1975 y 1979, se hicieron las excavaciones pertinentes del Coro Bajo, descubriendo seis niveles de enterramiento, siendo el primero en el que estaban enterradas Isabel de Barrios, fundadora de la Orden de Santa Paula, así como las primeras habitantes del convento. Entre el tercer y cuarto nivel se encontró una Bula Papal fechada en 1724, lo que permite pensar que el enterramiento localizado exactamente en el centro del Coro Bajo del convento de San Jerónimo, en el tercer nivel, pertenece a Sor Juana Inés de la Cruz. 

A decir de Arturo Romano Pacheco y María Teresa Jaén, “como una clara deferencia, con su hábito de gala, al interior de un ataúd de madera cuya superficie estaba llena de tachones y al perímetro del borde del cajón, donde descansaba la tapa, se le aplicó un delicado filete de oro; fue el único ataúd encontrado en las excavaciones con tales características”.  Además, se pudo comprobar que ese cuerpo fue enterrado no solo con el hábito de gala, sino con un medallón y un rosario, características inusuales para la época, lo que podría dejar en evidencia que dicho enterramiento, al decir de Jaén, era el de una persona notable.   

En 2015, cuando se cumplieron los 320 años de la muerte de Sor Juana y después de varios años de estudios antropológicos, de restaurar el rosario y completar las cuentas que se habían pulverizado, dichos restos fueron colocados en un ataúd similar al utilizado más de tres siglos antes. Fue una ceremonia en la que los restos atribuidos a Sor Juana fueron dispuestos en el Gran Claustro y flanqueados por la Bandera Nacional; las campanas doblaron por ella y un grupo de estudiantes cargó el féretro y en procesión solemne hizo el trayecto hasta el Coro Bajo. Ahí fue colocado en el nicho central con una pequeña bolsa de terciopelo que contiene tierra de Nepantla, el lugar que la vio nacer. 

Foto: Rodolfo Ángulo / Cuartoscuro

Como una manera de honrar la memoria, la vida y la obra de la mujer que inspira a la Universidad del Claustro de Sor Juana, la que defendió la libertad de pensamiento y el derecho de las mujeres al saber, es que se decidió hacer, en dicho espacio, un museo de sitio que será inaugurado en abril, recordando el 330 aniversario de su muerte. En dicho espacio museístico se colocarán dos retratos de Sor Juana: una copia del cuadro hecho por Miguel Cabrera en el siglo XVIII, y que hoy se encuentra en el Castillo de Chapultepec, así como una copia del retrato hecho por Fray Miguel de Herrera, también en el siglo XVIII. Asimismo, se colocará una vitrina con distintas piezas arqueológicas encontradas en el subsuelo del inmueble durante los trabajos de excavación y restauración del convento, durante la segunda mitad de los años 70. Ahí podrán ser admiradas puntas de obsidiana y cerámicas mexicas, cuencos con el nombre de San Jerónimo y mayólicas de los siglos XVI, XVII y XVIII, y cerámica decimonónica. También se expondrán algunos de los ejemplares bibliográficos que abarcan desde el siglo XVII hasta la época actual; un selecto acervo que permitió que la Universidad del Claustro de Sor Juana fuera inscrito como Memoria del Mundo por la UNESCO en 2019. De igual forma estará expuesta una colección de monedas y billetes con la imagen de Sor Juana, pues es una de las personas que de manera ininterrumpida ha formado parte de nuestra numismática desde 1978, año en el que el presidente José López Portillo decretó el Día Nacional del Libro, justamente el 12 de noviembre, día del nacimiento de Sor Juana, para homenajear a una de las exponentes máximas de nuestra cultura.

Se contará con información sobre la vida, los escritos, los documentos, las investigaciones que, a través del Centro de Documentación Sor Juana y su mundo, hemos recopilado.

Así, con este pequeño museo de sitio queremos honrar la vida, el ejemplo y la obra de Sor Juana, para que cada una de las personas que nos visiten pueda valorar su figura y entenderla. Hay que subrayar que Sor Juana fue una mujer que luchó por el conocimiento, por el saber y por la libertad en una época en la que las mujeres no tenían más opciones que el matrimonio o el convento y no podían asistir a la universidad por el simple hecho de ser mujeres. Que hoy este espacio, que fue convento, sea una universidad es una manera, casi poética, de dignificar y celebrar a Sor Juana.  

Por Rafael Tovar y López Portillo

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