Cierto día, por casualidad, Ernesto Lumbreras (Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966) conoció una terrible historia que había tenido lugar, más de medio siglo atrás, en el pueblo que lo vio crecer. A unos metros donde corría de niño, la madrugada del lunes 2 de marzo de 1874 el pastor galés John Luther Stephens, quien intentaba establecer la primera iglesia protestante en la región, fue linchado por una turba enardecida.
“El acontecimiento final de Stephens ocurre en mi pueblo, el lugar donde nací, donde transcurrió mi infancia, mi juventud, donde viven mis hermanos, mi familia. Muchos años después, yo ya no vivía en Guadalajara y un día revisando “El informador” en la hemeroteca, en primera plana, el periódico de 1926 hacía notar que el gobierno norteamericano, 50 años después del crimen del pastor, seguía reclamando la indemnización de sus deudos”, relata.
Lumbreras siguió indagando hasta toparse con una historia de intolerancia religiosa que ha dado lugar a “Vals para lobos y pastor” (Ediciones Era, 2024), libro que fluctúa entre el western y la novela de aventuras y de iniciación, y donde el autor echa mano de la ficción para recrear la vida del galés, hombre de espíritu noble, muy cercano a la fe, que en busca de sentido a su vida llega a Jalisco, donde habrá de toparse con la intransigencia de la época.
El escritor se enfrentó al dilema de cómo contar el episodio: “No sabía si desde la microhistoria, la historia política. Finalmente ocurrió en un tratamiento donde historia y ficción mezclan sus territorios, sus aguas, la historia de este personaje se fue ordenando a partir de esos datos que están documentados como su nacimiento en Gales, que se forma espiritualmente en California, pero su infancia, su juventud, son un vacío y ese terreno era muy fértil para la fantasía, para la imaginación”.
El resultado es una historia trepidante y convulsa que inicia cuando el pequeño Stephens es arrancado de su patria y conducido a América junto a su madre, en un barco de esclavos negros donde toma conciencia del matrato y el racismo. Momento crucial del desarrollo urbano en EU y de la llamada fiebre del oro, el pastor se convierte en un buscador del metal aúreo que lo lleva a enfrentarse al asesinato y la venganza para finalmente elegir el camino de la fe.
En medio aparece siempre la constante lucha entre la probidad moral y el arrebato. “Se da el viaje como una iniciación, donde hay un llamado a la belleza, a la justicia y por supuesto, también poner cara al mal. Me interesaba que esa palabra tan breve, el mal, de algún modo fuera un aire que se respirara, una amenaza, una tentación que está siempre presente en el niño, en el joven y en el adulto John Stephens”.
Además de armar una novela al estilo viejo oeste, con sus inevitables referencias al cine, Lumbreras construye una novela lineal, de 110 capítulos muy cortos, como un guiño a esas historias por entregas que antes aparecieron en los periódicos. Al final, sin embargo, la mancha de la intolerancia es la que permanece: “Pareciera que sólo cambian las coordenadas políticas, históricas y que las lecciones del pasado han pasado de noche, no hay un acuse de recibo respecto a la intolerancia, a la desconfianza que suscita el distinto, el migrante, el que piensa diferente”, opina.
ELEMENTOS
- La novela de Lumbreras transcurre a lo largo de 110 capítulos muy cortos.
- La historia sucede entre 1840 y 1870 en escenarios que van de Gales a Nueva Orleans.
- Además de novelista, Lumbreras también ha escrito ensayo y poesía.
Por Luis Carlos Sánchez
EEZ