En México, 34.8 millones de personas han experimentado algún episodio depresivo en sus vidas, de las cuales, el 20.3% son mujeres y 14.4%, hombres, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), consultadas por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO).
“Si bien nuestro estado de ánimo influye en nuestras elecciones alimentarias, nuestras elecciones alimentarias también pueden influir en nuestro estado de ánimo”, y es durante las celebraciones decembrinas, que el consumo excesivo de alimentos ricos en azúcares, grasas y calorías no solo puede provocar aumento de peso, sino también una sensación de culpa que perdura regularmente algunas semanas.
Conductas relacionadas con la alimentación emocional, como recurrir a la comida para enfrentar sentimientos de tristeza, soledad o estrés derivan en la llamada depresión estacional.
Conocida clínicamente como Trastorno Afectivo Estacional (TAE), o comúnmente tristeza invernal, es una forma de depresión que las personas experimentan generalmente cuando hay menos luz solar. Los meses más difíciles para las personas con TAE suelen ser enero y febrero.
La revista Psychology Today, por su parte, estima que dicho Trastorno Afectivo Estacional afecta a 10 millones de estadounidenses. Además, entre un 10 y 20 por ciento puede sufrir un trastorno afectivo estacional leve y destaca que es cuatro veces más común en mujeres que en hombres y que la edad de inicio de este padecimiento es entre los 18 y 30 años. (3)
En ese sentido, la reducción de la actividad física durante esta época, debido al clima frío y los días más cortos, puede también generar aumento de peso y cambios emocionales.
Aunado a ello, cuando el aumento de peso durante las vacaciones no se revierte, puede contribuir a un ciclo de aumento gradual de kilos a lo largo de la vida, y esto suele incrementar el riesgo de enfermedades cardíacas o desarrollar diabetes. (4)
Para manejar el estrés y mantener el bienestar general, los médicos y especialistas sugieren: autocuidado, controlar el estado de ánimo y el nivel de energía, cuidar la alimentación, una mayor exposición a la luz solar, actividades físicas, así como terapia sicológica, si es necesaria, para tratar el TAE.
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