En un contexto donde la Inteligencia Artificial (IA) permea diversos aspectos de la sociedad surge la necesidad de analizar su impacto en el ámbito artístico. Este texto explora las complejas relaciones entre IA y creación artística, proponiendo un marco conceptual para comprender las diversas formas en que estas dos áreas convergen en la actualidad. Además, propone una metodología de creación en la cual sistemas vivos y sistemas artificiales se entrelazan en un equilibrio dinámico.

MODELOS DE INTERACCIÓN ENTRE IA Y ARTISTAS
Es fundamental evitar la dicotomía simplista que presenta a la IA como una amenaza o un reemplazo del artista. En cambio, debemos concebirla como una herramienta poderosa que amplía las posibilidades expresivas y abre nuevos territorios de creación. En este caso el artista no se convierte en un usuario pasivo de la tecnología, sino que la emplea como un medio para explorar sus ideas y conceptos, ejerciendo una activa mediación tecnológica.
Como plantea Miguel Benasayag en su libro La singularidad de lo vivo: La apocalíptica relación entre humanos y algoritmos: ¿Acaso cuestionamos la hibridación de hecho que hay entre la especie humana y los dispositivos? No. De lo que se trata es de desarrollar un modo de hibridación, que favorezca la colonización de las tecnologías en favor de la vida, de lo orgánico, de la cultura, y no lo contrario.
Para los artistas este modo de hibridación puede manifestarse en dos modelos principales:
1. Co-creación: En este modelo, artista e IA colaboran estrechamente. El artista define los parámetros, entrena los modelos de IA y participa activamente en las interacciones generativas. Un ejemplo es el uso de modelos de procesamiento del lenguaje natural (NLP) para generar textos o música. En este modelo de creación la IA propone y el artista dispone.
2. Creación asistida: La IA se utiliza como herramienta para procesar grandes volúmenes de datos y generar mapas o sistemas complejos que luego son interpretados y utilizados por el artista. Un ejemplo es la creación de mapas sonoros o la generación de patrones visuales a partir de algoritmos de aprendizaje automático. Este modelo es un ecosistema dinámico en el cual la IA es una herramienta más junto a otros algoritmos.

EMBOSQUECERSE: UN CASO DE ESTUDIO EN CREACIÓN ASISTIDA POR IA
El proyecto Embosquecerse, dirigido artísticamente por la coreógrafa Abigail Jara y el compositor y artista sonoro Juan Pampin, ejemplifica la creación asistida por IA. Esta obra inmersiva combina danza, sonido, y video interactivo para crear una experiencia sensorial que explora la relación entre los humanos y el bosque. El punto de partida para su creación fue el concepto de embosqueserse, propuesto por el filósofo francés Baptiste Morizot en Sur la piste animale (Tras el rastro animal). En su libro, Morizot propone que este nuevo verbo reflexivo es necesario para describir una nueva relación con la “naturaleza” (un término que critica como colonial):
Embosquecerse es un doble movimiento, como sugiere el verbo reflexivo: salimos al bosque y él se adentra en nosotros.
En Embosquecerse, la IA se utiliza para generar mapas sonoros a partir de grabaciones de campo y para mapear los movimientos de los performers a parámetros del sistema audiovisual. Sin embargo, el control creativo y la interpretación de estos resultados recaen en los artistas, quienes definen la coreografía, la interacción con la tecnología y la experiencia final para el público. Embosquecerse funciona como un ecosistema dinámico donde sistemas vivos (humanos) y sistemas artificiales (IA) se entrelazan en un equilibrio dinámico. Cada uno aporta sus fortalezas únicas al proceso creativo: la creatividad, la sensibilidad y la capacidad de adaptación del ser humano, por un lado, y la capacidad de procesamiento de datos y la generación de patrones complejos por parte de la IA, por otro.
La IA no puede replicar completamente la creatividad y la sensibilidad humanas, pero puede servir como una herramienta poderosa para expandir las posibilidades expresivas y abrir nuevos territorios de creación. La clave radica en la interacción dinámica y reflexiva entre artistas y máquinas, donde la mediación tecnológica permita potenciar la creatividad humana y explorar nuevas formas de expresión artística.
Embosquecerse abre un territorio de creación que funciona a partir de la interacción de sistemas vivos y sistemas artificiales que se entrelazan en un equilibrio dinámico, la investigación mediada por la tecnología busca expandir la potencia de lo humano, la cual se deja permear por el ordenamiento de lo vivo y su singularidad.
Bibliografía: Benasayag, Miguel. La singularidad de lo vivo: La apocalíptica relación entre humanos y algoritmos (Prometeo Libros, 2019); Morizot, Baptiste. Sur la piste animale. (Actes Sud, 2018)
Por Juan Pampin y Abigail Jara
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