El 24 de marzo de 1994, cuando al terminar un mitin Lomas Taurinas, Tijuana, empezó a sonar “La Culebra”, de Banda Machos, dos disparos atravesaron el cuerpo de Luis Donaldo Colosio.
Así, el magnicidio del priista que encarnó un sueño de cambio en la política mexicana se transformó no sólo en un hito en la historia política reciente de México, también en la cultura popular ha inspirado documentales, libros, novelas y una diversidad de análisis en el ámbito académico.
En documentales y series, la más reciente es 1994, una producción de Netflix que profundiza en los eventos políticos y sociales del México de ese año, incluyendo el asesinato de Colosio.
A través de entrevistas y análisis ofrece una mirada al impacto de este evento en la historia mexicana. Historia de un Crimen: Colosio, serie dramatizada, también producida por esa plataforma de streaming en 1994, se basa en los eventos reales que rodearon el asesinato de Colosio, proporcionando una reconstrucción de los hechos y teorías alrededor del caso.
El caso ha impactado también en la literatura con textos como Matar al candidato, de la editorial Sexto Piso (2019), de F.G. Haghenbeck y Bef, en donde la pregunta que flota en el aire desde hace tres décadas se mantiene: ¿Quién mandó matar a Colosio?
Ciudadano Cero: El asesinato de Luis Donaldo Colosio, escrito por Jesús Zamora Pierce, busca explorar los misterios y las teorías de conspiración detrás del asesinato del sonorense, proporcionando una visión detallada del contexto político y social de la época.
En 2012 Carlos Bolado, cineasta veracruzano, estrenó Colosio: El asesinato, protagonizada por Enoc Leaño, que aborda las implicaciones del asesinato del candidato, así como diversas teorías de la conspiración, que nunca han sido clarificadas.
Incluso su impacto llegó a la pintura cuando, en 2005, el artista plástico Ilán Lieberman expuso en la Fundación Colosio una serie de cinco pinturas en los que reproduce un fotograma tomado de un video en el cual transforma el momento del dramático disparo al ritmo de quebradita en una imagen borrosa y confusa.
Por Víctor Ortega
EEZ