Tel Aviv, Israel.- Es el recuerdo persistente de que aún 134 personas están secuestrados por el grupo extremista Hamas. Desde la llegada al aeropuerto BenGurion se ven las fotografías de los hombres, mujeres y dos pequeños —de Kfir, un año y dos meses, y Ariel de cuatro años— que están en cautiverio desde el 7 de octubre de 2023.
En cada esquina, casas, edificios, restaurantes y comercio están las banderas del país y carteles con los rostros de los secuestrados acompañado por la leyenda “Bring Home Now”.
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Para el historiador Yoel Schwartz, la sociedad Israelí sigue viviendo el trauma del ataque.
“La experiencia de traumas pasados dice que habrá un cambio político, una recomposición del mapa político y personan van a tomar nuevas posiciones políticas a partir del 7 del octubre, Indudablemente la experiencia del 7 de octubre va a llevar a una remilitarizacion de la sociedad israelí que es vista desde afuera como una sociedad militarizada”, explicó el profesor en la Universidad de Tel Aviv.
Desde su perspectiva, esta situación pondría a las personas a reconsiderar su permanencia en el país, o replegarse dentro de su casa e incluso ser más activos en el voluntariado a favor del Estado y de la sociedad para la reconstrucción del país.
Schwartz, quien conoce a cuatro de los rehenes y dos fallecidos, cuenta que en la radio ya no se dan los buenos días porque faltan 134.
Y eso se recuerda cada momento porque en los automóviles se han colocado pequeños listones de color amarillo en solidaridad con los secuestrados, y la fuente circular de la plaza de Dizengoff, una de las tantas de la Ciudad, es un altar para los que no están, con sus fotos, velas y osos de peluche que no han aguantado las inclemencias del tiempo.
Fue el 20 de octubre del año pasado, que los familiares de los secuestrados tomaron la plaza del Museo de Arte de Tel Aviv, frente al Ministerio de Defensa y la convirtieron en la Plaza de los Rehenes y Secuestrados.
Ahí, Manuela Rotstein, integrante del grupo Mujeres para la Paz y compuesto de mujeres judías y palestinas, dice que ahora con la intervención de Estados Unidos, hay una posibilidad, a la que podría sumarse Israel, para lograr una reorganización del Medio Oriente que para los palestinos propone un mundo mejor, “ellos se van a quedar aquí, y nosotros nos vamos a quedar aquí y tenemos que aprender a vivir juntos”.
De las protestas que se han registrado para pedir un cambio en el rumbo de las acciones militares, Rotstein dice que la sociedad está dividida, además de que sociedad está muy muy vulnerable y existe la amenaza de otro ataque.
Desde lo lejos llama la atención que en el centro de la plaza está una larga mesa al aire libre dividida en dos partes para recordar a los liberados secuestrados: Una parte con vajilla de color blanco y azul, vino, uvas y flores y en el otro extremo pan pita, agua sucia, poco arroz, que de acuerdo a testimonios es lo que comían los rehenes.
En las carpas están los familiares y voluntarios con fotografías. A un costado, diversas instalaciones artísticas, como un túnel de 40 metros de largo que se asemeja a los que construye Hamas en Gaza y en el que se recorre en oscuridad con el sonido de las balas.
Marisa Broitman, guía en la plaza y quien ha participado en varias protestas, dijo que aunque las manifestaciones han sido pacificas, las de este sábado fue retirada de forma violenta por la policía, “la gente entiende que sí no hace algo más extremo el gobierno no se va a dar por avisado que algo no está bien”.
De las acciones del gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, recuerda que no lo apoyó con su voto, “me parece que el gobierno no está haciendo las cosas para apoyar al pueblo (…) muchos hablan de que a él a nivel personal él también tiene un juicio por corrupción, entonces alargar la guerra como que le atrasa o deja por un costado el juicio de corrupción, por un lado está la guerra y por otro los problemas políticos internos”.