Para Lucas Nine (Buenos Aires, 1975) ilustrar es cosa seria. Y no es que no lo sea para otros, pero el argentino piensa un poco en el traductor cuando habla de llevar un texto al dibujo: para él no existe una versión literal de lo escrito, por el contrario, siempre hay algo que escapa, que debe ignorarse y que da origen a un “universo nuevo”.
“Se trata de crear, digamos, un nuevo universo, un nuevo elemento. Muchas veces me preguntan qué le suma mi adaptación al original. No le suma nada, porque hay elementos que se agregan, pero otros que salen, entonces se trata simplemente de una transacción. Producir una adaptación no es que le suma un plus al cuento original, simplemente lo traslada a otro universo”, cuenta al teléfono desde su ciudad natal.
Desde niño, Lucas supo del poder de la imagen. Su padre, Carlos Nine, también fue dibujante, así que creció viendo sus trazos y admirando a otros artistas como Daumier, Herriman y Hergé. El estilo fue afinándose con las viñetas que creaba para diferentes revistas, después llegaron los libros de su propia autoría y ahora también realiza versiones gráficas de otros autores.
Su último trabajo acaba de llegar a México, se trata de la adaptación gráfica de cuatro relatos de Las cosas que perdimos en el fuego (Salamandra Graphic, 2024), escrito por su compatriota Mariana Enríquez (1973).
Lucas Nine ha sido capaz de capturar el tono lúgubre de Enríquez: su adaptación privilegia el dibujo y en algunas páginas el texto ha sido completamente sustituido. Aquí, además, los relatos están conectados a través de un mapa de Buenos Aires y una sugerente escena que arranca el libro: un coche en medio de la llanura estalla en llamas; en el interior, junto a una mujer al volante, yace el libro de su coterránea. Esa figura también surgió de un cuento, pero sólo sirve como conector.

¿Cómo nace la idea de adaptar los cuentos de Enríquez?
Hay grandes cuentos, grandes textos que dependen mucho de su escritura, pero que son autosuficientes en el sentido de que nos sugieren cosas que no estén en el mismo texto, el cuento de Enríquez tenía esa capacidad de formular imágenes que uno quería dibujar. Dibujé el cuento y leyendo el resto del libro descubrí que había un montón de otro material que tenía las mismas características y había un nexo común además que unificaba todo eso. Entonces le propuse a Enríquez y a sus agentes la posibilidad de tomar otros cuentos del mismo libro.
¿Qué significa para ti adaptar un texto al dibujo?
Para eso, creo que un adaptador debe tener alguna tesis particular sobre el texto. Yo la tenía y ahora creo que un adaptador tiene que ser lo suficientemente hábil como para esconder esa tesis, es decir, el lector no lee una tesis sino que lee realmente una versión posible en otro continente, en este caso gráfico, de la misma obra. Hay que esconder esa tesis, esa opinión que uno tiene sobre el cuento porque si no escribiremos un ensayo en vez de hacer una adaptación.
¿En qué está basada tu tesis?
¿Cómo llegas a esta idea?
No quería tener una versión literal de esos cuentos. Yo quería tener esa adaptación que entraba por la ciudad y que entraba también por una tradición en el Río de la Plata de cuentos de terror ligados a lo social. Mariana es como el último eslabón de esa cadena que empieza con un autor muy conocido aquí localmente que es (Esteban) Echeverría, que escribió “El Matadero”, un cuento donde no hay un elemento fantástico, pero sí un elemento de terror que tiene que ver con lo social, donde un miembro de las clases medias es ejecutado por una horda de salvajes; y después tenemos más conocido a Julio Cortázar que cuando escribe Casa Tomada también pone en escena ese terror social.
¿Cuánto se adapta ese género a tu propio estilo?
Aparte trabajé también con un gran registro fotográfico, a manera de collage; para mí el contraste entre las dos cosas, entre el collage fotográfico y el dibujo más virulento y espontáneo hecho con este instrumento, es lo que me remite al mundo en particular de Enríquez, que es un mundo donde lo fantasmagórico siempre está situado en un lugar muy concreto.
¿Cómo se fue definiendo el estilo?
¿En qué trabajas ahora?
Por Luis Carlos Sánchez
EEZ