Cúpula

Los desafíos de Macondo en la pantalla

La adaptación de cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, tiene una serie de desafíos; ya cuenta con detractores y admiradores

Los desafíos de Macondo en la pantalla
Foto: Fotos: Cortesía

Una mujer yace acostada sobre una cama, acaba de parir. Las sábanas están manchadas de sangre y todo está lleno de hormigas. Es el principio de Cien años de soledad, la serie, y es el final de Cien años de soledad, el libro. En ambos se cuenta la historia de una familia condenada, de siete generaciones que habrán de luchar por sobrevivir a pestes, guerras, inundaciones y maldiciones, pero que en el último minuto o en la última página sólo hay un final fatídico. 

El libro cuenta con casi 60 años de reconocimiento y ya es considerado un clásico de la literatura hispanoamericana, se han vendido más de 30 millones de ejemplares y se ha traducido a 44 idiomas. La serie se estrenó el pasado 11 de diciembre y suma admiradores y detractores —hace unos días el escritor español Sergio del Molino la destrozó en su columna de El País—; en redes sociales, en cambio, muchos lectores han compartido su sorpresa ante la propuesta de la plataforma Netflix. 

Álvaro Santana-Acuña, profesor de sociología en Whitman College e instructor en el Harvard Summer School, publicó en 2020 el libro Ascent to Glory: How One Hundred Years of Solitude Was Written and Became a Global Classic (Ascenso a la gloria. Cómo se escribió Cien años de soledad y se convirtió en un éxito mundial), un detallado estudio sobre la creación y consagración global de la obra cumbre de García Márquez, en el que revela las ideas y redes literarias que hicieron posible la creación del libro y su éxito inicial; ante el lanzamiento de la serie prefiere la cautela, pero no le sorprenden las críticas que se han distinguido por su dureza. 

Por ahora, dice, no piensa verla hasta terminar su libro Muchos años después: biografía de 'Cien años de soledad', “para evitar que las imágenes de la adaptación puedan condicionar mi estudio de la novela”, pero advierte que “es una obra muy difícil de adaptar por cuestiones técnicas insuperables (y que en efecto no han sido superadas) y también porque el equipo de producción ha tenido que tomar decisiones que claramente han generado controversia, como el edulcorar la violencia que rodea a los personajes en su vida cotidiana tal y como aparece descrita en la novela”.

Créditos: (Especial)

Sin embargo, la adaptación no es un tema descabellado pues, dice el especialista, la relación de García Márquez con el cine fue la de un amor no correspondido, porque desde muy joven, cuando tenía 27 años, empezó a hacer crítica de cine. De hecho, fue un pionero en América Latina a la hora de escribir crítica de cine. 

“Empezó a moverse en los ámbitos de la cinemateca colombiana, también participó en una película. Emigró a Europa como corresponsal de El espectador, en parte también buscando oportunidades para hacer cine. Cuando se trasladó a México en el año 61, su prioridad era triunfar en el cine porque México era la meca del cine en lengua española. El boom de la novela latinoamericana, es lo que le permite apostar de nuevo por el proyecto de hacer literatura y se anima a escribir esa novela que llevaba muchos años queriendo escribir, que fue Cien Años de Soledad, en la que curiosamente mete muchas técnicas que aprendió en el cine. El comienzo de la obra es un flashback, es decir, nosotros entramos en la novela en un momento que está en el futuro y luego nos lleva al pasado”.

Pese a estas técnicas cinematográficas, añade Santana-Acuña, la novela tiene muchos desafíos, uno de ellos es que hay muy poco diálogo. “Los personajes apenas intercambian algunas pocas frases y el porcentaje de diálogo, con respecto al texto narrativo, es mínimo. Sin embargo, hay un narrador, que es uno de los personajes tardíos de la novela y también tiene un acento que nos recuerda al acento cantarín caribeño de Gabo”.

Y añade: “Además, él utiliza descripciones de los personajes que son muy poéticas, por ejemplo Remedios la Bella, en la novela no existe ninguna descripción que permita decir que tiene los ojos verdes, azules, amarillos; es el lector quien se imagina la cara de muchísimos personajes con descripciones que son poéticas y eso es lo que también ha provocado que muchos no quieran ver la serie porque no quieren perder la magia de cómo ellos se han imaginado a esos personajes que tienen manos de gorrión o cabelleras pluviales”.

En redes sociales, hay lectores que si bien han mostrado su desagrado tachándola de simplista, con actuaciones planas o con acentos que son más del centro de Colombia que de del caribe, hay otros que han celebrado la ejecución de situaciones como la epidemia de insomnio y aguardan con altas expectativas a ver cómo resuelven las mariposas amarillas que siguen a Mauricio Babilonia o la subida al cielo de Remedios la Bella o el diluvio que dura cinco años, varias de estas situaciones podrán verse en la segunda temporada que, se especula, podría estrenarse a finales de 2026. 

No obstante, la polémica que está generando la serie, Santana-Acuña advierte que tiene su lado positivo, “al menos para mí, porque confirma una tesis central de mi libro, Ascent to Glory, y es la de que Cien años de soledad se ha convertido en un clásico global, capaz de entrar en las vidas de millones de personas, generación tras generación, a través de vías que nada tienen que ver directamente con la página escrita, con el libro en sí mismo. Ese poder de viajar en el tiempo y el espacio está solo al alcance de los clásicos como Cien años de soledad”.  

Por Alida Piñón

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