Fabienne Bradu (París, 1954) suele concebirse como una visitante asidua de libros, exposiciones, personajes y todo aquello que le abrace con conocimiento. “Cada lectura, cada autor es como una casa a la que uno va, visita, se instala, se queda a tomar un café, y eso es lo que quiere uno dar al otro: ganas también de visitar esa casa, más que ser un juez o un árbitro”.
Apenas tres años después de quedarse a residir en México se integró, en 1982, como reseñista de la revista “Vuelta” y ahí trabajó en la mesa de redacción hasta 1998. Bradu estaba entonces al tanto de todo lo que se publicaba y lo que llamaba la atención en el ambiente cultural mexicano, más aún con Octavio Paz como director de la publicación: “La frecuentación de Paz fue como abrir horizontes, abrir puertas y ventanas a un mundo que para mí era desconocido; Paz era una actitud ética, no solamente frente a la literatura, sino al mundo en general”.
Del Nobel de Literatura también aprendió que no podía hablar de libros y autores desde “una óptica ajena a la literatura”. Reseñar, antes que nada “es escribir bien, no buscar adornos ni poetizar una prosa crítica sino tratar de hablar amablemente al lector. Esa es la mejor vía para transmitir entusiasmo, curiosidad. La crítica es también una manera de creación y de escritura, no se escribe de cualquier modo la crítica, eso nos lo han mostrado los grandes ensayistas”.

En medio del ocio que la pandemia dejó a todos, Bradu aceptó la invitación de Adolfo Castañón para reunir en un volumen algunos de los textos que ha escrito sobre otros a lo largo de su vida. El resultado es “Residencias invisibles” (Bonilla Artigas/Secretaría de Cultura, 2022), donde la autora reúne reseñas, críticas, invitaciones a acercarse a la obra de narradores, fotógrafos, poetas, lingüistas o, incluso, a los cinco libros que a ella le marcaron de por vida.
Las cosas han cambiado para Bradu, atrás quedaron los años del ajetreo laboral (ya sea en la redacción, editando libros o traduciéndolos), ahora ejerce lo que llama “política del avestruz” y selecciona más sus lecturas:
“Sí hay novedades que valen la pena, libros que me entusiasman todavía, pero ya me insertó más bien en un ritmo más lento de libros. El panorama de la cultura en México está cada vez más desastroso, y yo me refugio en libros, en todos los libros que no he podido leer en mucho tiempo, los llamados clásicos”.
Como investigadora también avanza más tranquilamente: sus esfuerzos están enfocados en estudiar la biblioteca personal del poeta chileno Gonzalo Rojas.
ELEMENTOS
- Fabienne Bradu reside en México desde 1979, aquí comenzó a trabajar en 1982
- Actualmente es investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM
- Es profesora del posgrado de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras
- Es traductora del francés al español y viceversa
LSN