Navidades en México, espectáculo que el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández realiza desde hace 15 años, llega al Castillo de Chapultepec sumando nuevos números dancísticos, poco conocidos, de Oaxaca, Yucatán y Puebla.
De acuerdo con Viviana Basanta Hernández, directora artística de la agrupación, este año la puesta cumple una temporada que va del 20 de diciembre al siete de enero próximo. “Cuando era joven me tocó viajar con mi mamá por los 32 estados del país para conocer las danzas más representativas; para mí también fue una maestría navideña”, contó la bailarina, y explicó que de ese recuerdo surgió la idea de montar piezas que no se habían presentado antes.
Algunas de las piezas agregadas son la Danza de Quetzales, de Puebla, fue creada para evocar a los ancestros danzantes, quienes portaban un penacho multicolor de plumas preciosas; así como La Danza de los Rábanos, de Oaxaca, que se presenta durante la Noche de los Rábanos, una tradición en la que los hortelanos y floricultores construyen y recrean escenas navideñas como nacimientos o las fiestas en honor a la virgen de la Soledad y de Juquila, con rábanos.
Para diseñar el contenido y las coreografías de Navidades en México, madre e hija realizaron entrevistas con los miembros de diferentes comunidades: “Además de las festividades decembrinas, el espectáculo se inspira en las tradiciones de México”, señaló Viviana.
La puesta se divide en tres actos: el primero recrea el momento de la anunciación, cuando se realiza el montaje de un nacimiento; en el segundo, los Reyes Magos ofrecen regalos al niño Dios y se representan danzas de la región del Istmo de Oaxaca, de Yucatán, Chihuahua y Tamaulipas, así como bailes inspirados en las costumbres de Tlaxcala, Michoacán y Veracruz; para el tercer acto se representa una posada típica mexicana, en donde los peregrinos de la obra conviven con los espectadores.
“El espectáculo cuenta con una producción con 140 artistas en escena que danzan bajo la narrativa navideña, la música tradicional y los villancicos, que son interpretados por el coro de la compañía”, explicó.
Para poder entender mejor la propuesta escénica es necesario retomar algunos episodios de la historia de México desde la llegada de los españoles, cuando las divinidades indígenas son sustituidas por las cristianas, dando como resultado un sincretismo cultural que ha servido como referente para la creación de nuevas manifestaciones artísticas.
Este año, el hecho de que el ballet regrese al Castillo de Chapultepec, resulta mágico: “Además de la atmósfera que se crea con la danza, el espacio habla mucho de México y de sus tradiciones y es posible ver el inmueble con otra perspectiva. Para mí, Navidades en México es un espectáculo que refuerza nuestra identidad”, expresó.
En el escenario pueden verse también danzas de dominio popular como La guadalupana, El nacimiento, Las pastoras y Arre borreguito, así como números provenientes de Chihuahua y Tamaulipas. “Hacemos un recorrido, con todos los sentidos, por danzas muy nuestras como la Danza de los diablos; las pastoras; la Danza las niñas de las ollas; o las danzas de Chiapas, donde se habla de la fertilidad de la tierra”.
El espectáculo cuenta con 40 bailarines en escena, 15 bailarines de un grupo experimental de danza, 24 miembros del coro, 22 músicos y 30 personas detrás del escenario. En escena se presentan 34 actos dancísticos y hay 17 cambios de vestuario. Amalia Hernández (1917-2000), dijo su hija, dedicó su vida al rescate de las tradiciones y entre sus aportaciones artísticas está la creación de más de 80 coreografías inspiradas en diferentes regiones del país, con la finalidad de rescatar las tradiciones de la danza mexicana con una visión vanguardista, pero conservando su esencia.
“En 1952 formó su propia compañía y el 11 de octubre de 1959, por decreto presidencial de Adolfo López Mateos, nació el Ballet Folklórico de México”, contó.