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Repartidores de apps, el escape al desempleo

Hasta 40% de estos trabajadores tomaron esas plazas en 2020: El Colegio de México

ECONOMÍA

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La edad promedio de las personas que reparten es de 30 años Foto: EspecialCréditos: Especial

Cuatro de cada 10 repartidores vía apps como Uber Eats, Didi Food y Rappi, entre otras, en la Ciudad de México, se sumaron a este empleo durante 2020, a raíz de la crisis económica, reveló el estudio: El trabajo del futuro con derechos laborales.

“Lo que vemos es que la presión de los jóvenes sobre el mercado de trabajo, a raíz de la crisis, es muy grande en el país y en la Ciudad de México, más. La emergencia de los empleos generados por las plataformas se presenta como una oportunidad para las muchas personas que buscan trabajo, pero sobre todo para los jóvenes”, destacó el informe realizado por El Colegio de México. 

Eder Domínguez es un ingeniero industrial de 31 años de edad, quien se quedó sin empleo desde diciembre del año pasado, después de buscar trabajo durante un par de meses sin éxito, decidió comprarse una bicicleta y comenzar como repartidor.

“La verdad es que se gana muy poco, entre semana saco entre 150 y 200 pesos diarios; los fines de semana entre 300 y 400 pesos. Esto es temporal, espero encontrar un trabajo pronto”, comentó Domínguez.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en promedio un repartidor gana 40 pesos la hora y en México trabajan 10.8 horas diarias.

Miguel Calderón, director del Observatorio de Salarios de la Ibero, expresó: “Hay una rotación muy grande, existen personas que se emplean en ella por periodos muy cortos, en lo que encuentran algo mejor, lo
hicieron muchos de los que se quedaron sin empleo durante 2020”.

Saúl Gómez, repartidor y vocero de la organización Ni un repartidor menos, dijo que las empresas no garantizan los derechos laborales, no hay una base de salario mínimo, ni pago de horas extras, ni un mínimo de seguridad social, a pesar de que se exponen a los riesgos de contagios y accidentes, pero hubo mucho desempleo.

Por Laura Quintero

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