Los llamados a reforzar la ciberseguridad se multiplicaron este miércoles tras una nueva ola de ataques del tipo 'ramsomware', iniciada en Ucrania y Rusia, que contaminó a miles de ordenadores de todo el mundo, perturbando capitales infraestructuras y a multinacionales de varios países.
Este nuevo programa maligno de chantaje o secuestro ('ramsomware', de ramsom: rescate), que bloquea los ordenadores hasta el pago de 300 dólares en moneda virtual, refleja la vulnerabilidad de numerosas organizaciones, según los analistas. Afectó, por ejemplo, los controles en el sitio del accidente nuclear de Chernóbil, el aeropuerto de Kiev, el puerto de Bombay o las oficinas de multinacionales en particular en Europa y Estados Unidos. Según afirma este miércoles la agencia policial europea Europol, esta nueva ola de ataques es similar a la producida en mayo por el 'ramsomware' WannaCry , aunque parece "más sofisticada", en expresión de su director Rob Wainwright. Los ataques de mayo y de esta semana "subrayan la importancia de reforzar nuestras ciberdefensas, y es lo que estamos haciendo" afirmó este miércoles el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. La Alianza Atlántica decidió hace año que el ciberespacio se convirtiera en un "ámbito operativo", lo que quiere decir que un ataque que se produjera en ese ámbito podría desencadenar la aplicación del artículo 5 de su tratado, que prevé que los países acudan en ayuda de un aliado objeto de agresión. https://youtu.be/I6m1MFMnxpw Para el Kremlin, este nuevo ataque confirma que "la existencia de semejante peligro exige una cooperación a nivel internacional". "Ningún país puede hacer frente en solitario a la amenaza de ciberataques" dijo su portavoz, Dimitri Peskov. En total más de 2.000 usuarios se han visto afectados, inicialmente en Ucrania y Rusia, según Kaspersky Labs. Este especialista de la seguridad informática basado en Rusia había estimado que este programa de secuestro no era una nueva versión del virus Petya --que ya operó el año pasado--, a diferencia de lo que opinan otros especialistas. El ataque, que comenzó contra empresas ucranianas y la petrolera rusa Rosneft, afectó luego en Europa a otras compañías mundiales como el transportista marítimo danés Maersk, el grupo alemán Beiersdorf, el laboratorio estadounidense Merck, el grupo francés de materiales de construcción Saint-Gobain, o el publicista británico WPP. Los problemas de Maersk afectaron a los puertos de Bombay --el mayor de India-- y de Rotterdam, el más activo de Europa, que tuvo que gestionar manualmente la actividad de los contenedores.