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Este fue el emperador romano que ganó unos Juegos Olímpicos

El emperador romano Nerón fue uno de los grandes personajes que se alzó con la victoria en estos deportes

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Al morir perdió todas sus preseas
Al morir perdió todas sus preseas Créditos: Meta IA

En el marco de los actuales Juegos Olímpicos, en los cuales más de 10 mil atletas buscan una de las medallas de oro, plata o bronce, es común que en ocaciones se haga menciones de otros afamados deportistas que han pasado a la historia desde la instauración de estas competiciones. 

Aunque los personajes más recordados suelen ser lo que han ganado más medallas o las delegaciones que más personalidades tienen con las preseas, también es importante destacar que ha habido datos muy curiosos y en ocasiones polémicas personas que se han hecho con una de las medallas

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Tal es el caso del infame emperador romano Nerón Claudio César Augusto Germánico, conocido por su vanidad y egotismo, quien no solo dejó su huella en la política y la cultura, sino también en los Juegos Olímpicos antiguos.

¿Cómo ganó los Juego Olímpicos Nerón? 

En una serie de eventos que combinan ambición desmedida y manipulación, el emperador logró hacerse con varios títulos olímpicos en el año 67 d.C., aunque de manera bastante cuestionable.

Nerón, cuyo interés por la cultura griega era tan vasto como su apetito por el poder, decidió participar en los Juegos Olímpicos de Olimpia, con la esperanza de obtener el reconocimiento como un verdadero campeón. Impulsado por su deseo de gloria, el emperador se inscribió en las competencias de carreras de carros, lira y tragedia, desafiando las convenciones y demostrando una vez más su inclinación por la exageración personal.

Nerón se habría inscrito en varias disciplinas de los antiguos juegos Créditos: Meta IA 

Durante las competiciones, Nerón utilizó métodos poco ortodoxos para asegurar su éxito. En la carrera de carros, el emperador no dudó en subirse a un carro tirado por diez caballos en lugar del reglamentario cuádruple. A pesar de su claro incumplimiento de las normas, la carrera fue una farsa: Nerón se cayó del carro, y los demás competidores tuvieron que frenar para permitirle completar la prueba y cruzar la línea de meta.

El resultado no sorprendió a muchos: Nerón emergió como el campeón en todas sus pruebas. Para asegurar la victoria y el honor, los jueces griegos, probablemente motivados por las generosas promesas del emperador, le otorgaron los títulos sin objeciones. De hecho, el emperador se mostró tan satisfecho con el resultado que concedió a Grecia autonomía municipal, así como un subsidio público y la ciudadanía romana a los jueces que lo habían proclamado vencedor.

A su regreso a Roma, Nerón fue recibido con celebraciones y honores como un verdadero campeón olímpico, disfrutando de la gloria efímera que había ansiado. Sin embargo, su éxito resultó ser fugaz. Un año después de su retorno, Nerón murió, y con su fallecimiento, los jueces griegos, al parecer presionados por la nueva administración romana, invalidaron todas sus victorias, despojándolo de su ansiada gloria olímpica.

Este episodio peculiar no solo subraya la extravagancia y el egotismo del emperador Nerón, sino que también resalta la flexibilidad de las instituciones antiguas frente a los caprichos del poder. Aunque Nerón logró su objetivo de ser aclamado como un campeón, su legado en los Juegos Olímpicos se desvaneció tan rápidamente como su vida.

dhfm