Con mucha mayor frecuencia en Estados Unidos y los estados del norte del país, el domingo de Pascua es la ocasión ideal para celebrar en familia, organizando juegos y la búsqueda de los famosos huevos de Pascua.
Estos coloridos alimentos, que alguna vez fueron huevos hervidos y ahora son de chocolate o plástico y esconden regalos, juguetes e incluso dinero en efectivo, están ligados a una tradición que llegó con los inmigrantes alemanes a Estados Unidos.
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Sin embargo, la historia de un conejo que pone huevos y su vinculación con uno de los días más importantes en la tradición cristiana, que es la fiesta de la Pascua, puede no ser tan fácil de entender.
En ella coexisten tradiciones precristianas, una leyenda universal y una forma de enseñarle a los niños la forma en la que, con el debido esfuerzo, cualquiera puede ser capaz de comunicar lo que su corazón desea.
¿Cuál es la historia del conejito de Pascua?
De acuerdo con la historia contada por algunas de las ramas del protestantismo que florecieron en Alemania durante los siglos 15 y 16, un pequeño conejito vivía en el sepulcro que José de Arimatea cedió para que Cristo fuera depositado en él.
Cuando Jesucristo es puesto en este sitio, el conejito se sorprende por la gran cantidad de gente que le llora, por las ofrendas que le llevan y todo el amor que dispersó entre sus seguidores.
En el tercer día, el pequeño animalito es testigo de un hecho milagroso: Cristo se levanta de entre los muertos y dobla su ropa para abandonar el sepulcro en el que había pasado los últimos días.
Convencido de que estaba ante el hijo de Dios, el conejito se siente motivado a darle a sus seguidores la buena noticia. Sin embargo, los conejos no hablan, por lo que el animalito se las ingenia para recolectar huevos de pajaritos que habían anidado cerca y los esconde en las casas vecinas, con el objetivo de dar un mensaje de resurrección y nacimiento.
Este es el significado del conejo de Pascua
Aunque esta es la versión cristiana de la historia, lo cierto es que entre los pueblos germánicos el conejo y los huevos ya eran empleados como un símbolo de la primavera y la “resurrección” de los campos tras el invierno.
En un principio, el conejo estaba relacionado con la deidad germánica Ostara o Easter, en sajón. Su primer nombre fue Oschter Haws u Osterhase, literalmente liebre de Ostara. En inglés, Pascua se traduce como Easter, por lo que la adopción de la tradición fue relativamente simple.
Los huevos también tienen su significado. En el protestantismo también se guarda la Cuaresma, la cual prohíbe el consumo de carnes rojas. Sin embargo, en algunos pueblos también se prohibían los huevos, debido a su alto costo, por lo que se cubrían de cera y se guardaban para darse un gran festín tras la Pascua.
Tanto el conejito como los huevos son símbolos de renovación, fertilidad y primavera, todo ello asociado con la resurrección cristiana. El mayor cambio en la tradición se dio en el siglo 19, cuando los hábiles chocolateros suizos inventaron el conejito de chocolate. El resto es historia.