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El peligro de la incredulidad después del coronavirus

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La crisis por la pandemia del coronavirus ha dejado claro que hay una sociedad incrédula en una buena parte del mundo. La negativa de mucha gente para quedarse en casa que se observa actualmente en México y, en su momento, en Asia y Europa, tiene una explicación más preocupante que la misma ignorancia, la falta de dinero o la necedad: la desconfianza en las autoridades.

La gente cree cada vez menos en los líderes políticos y en los gobiernos locales e internacionales o considera que éstos mienten, exacerban o minimizar a su conveniencia para lograr sus objetivos personales, de gobierno o partido.

Ahora mismo, en Francia, hay inconformidades porque al principio de la crisis del COVID-19 se envió un mensaje de que todo estaba bajo control y no se previó el uso de mascarillas, ni la compra de kits para realizar las pruebas. Se cree que hay subregistro de infecciones que no incluye a los ancianos y en un mismo día pueden escuchar al ministro de salud pidiendo la cuarentena mientras el de economía presume de empresas abiertas. 

¿Suena familiar?¿A quién hacer caso, a la Organización Mundial de la Salud que quiere frenar una pandemia con el encierro de la población o al presidente Andrés Manuel López Obrador que invita a salir a las calles para evitar una debacle económica?

Desde tiempos remotos y en la historia moderna, los gobernantes han sembrado y abonado la semilla del recelo en la sociedad con mentiras coyunturales, simulación de hechos e invención de historias, peligros y personajes.

Aquí aún no se supera el trauma del Chupacabras, aquel ser imaginario que iba por el país succionando sangre a los chivos de la provincia en los años 90 cuando la crisis económica desempleaba a miles y la  televisión mexicana transmitía imágenes de animales muertos por mordeduras al estilo vampiro para vergüenza de la historia moderna del país.

Del otro lado de la frontera, el periodista de investigación Chuck Lewis documentó en un libro publicado en 2014, unas 935 mentiras de personalidades estadounidenses para cambiar la opinión pública sobre hechos controvertidos como las guerras en Vietnam y la del Golfo o el consumo de tabaco relacionado al cáncer

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Siglos atrás las Cruzadas sirvieron a los europeos para crecer su poder económico con la consolidación de colonias a pesar de que el discurso generalizado se sentaba en la expansión de la religión católica.

El resultado de esta historia de mentiras orquestadas desde el poder tiene como resultado la incredulidad actual que se manifiesta en la desobediencia aún a costa de la salud, pero que podría crecer con su respectiva contraparte: el autoritarismo.

Cuando se desató el coronavirus en China no se dio la opción a la gente de salir a las calles o no. Simplemente se ordenó el encierro a rajatabla y sin opción de discusión, una medida que siguieron Italia y España, donde la gente no quería entrar a sus casas hasta que los obligaron. A fuerza.

POR GARDENIA MENDOZA
*PERIODISTA
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