Especialmente en los últimos años, el número de guerras activas ha comenzado a crecer desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias de ello son desoladoras y devastadoras, sin embargo, esto no es diferente a lo que ya hemos experimentado.
Incluso los argumentos de la guerras actuales recuerdan los argumentos que se imponían por allá de 1939 cuando Hitler consideró como robados de Alemania los territorios perdidos por el Tratado de Versalles. Hoy en día, los acuerdos internaciones no parecen surtir efecto y siguen generado oposición a las negociaciones.
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Conocemos las consecuencias de la guerra, pero a inicios de 2024, en Medio Oriente y el norte de África se encuentran activos 45 conflictos armados, 35 en el resto del continente africano, 21 conflictos activos en Asia, 7 en Europa y 6 en América Latina. De éstas, al menos ocho son grandes guerras: la guerra de Israel, la Franja de Gaza, Rusia y Ucrania han dejado devastación total.
Sin mencionar cifras porque son demoledoras, las pérdidas crecen cada vez más: el número de decesos, de refugiados, de desplazados, de rehenes, de familias desintegradas, de economías afectadas y la incertidumbre.
La guerra sólo traerá consigo pérdida de todo tipo, entre las que podrían destacar caídas en las bolsas de valores de entre 10% al 40% en un escenario que ya se prevé de recesión económica a lo largo de la segunda mitad del año, esto limitaría las oportunidades para disminuir la inflación y llevará a tener menos capacidad de respuesta para la comunidad internacional de ayuda humanitaria, sin mencionar que, se contagiarían los mercados por el lado de los commodities, restringiendo la política monetaria para contener la recesión.
Las economías vienen sufriendo los rezagos de la pandemia, muchas de ellas con guerras internas que se dificultarían más si los conflictos geopolíticos no se contienen. Por ejemplo, en nuestro país es año de elecciones, lo que polarizará aún más a nuestra sociedad y desde la perspectiva económica, sin duda, se generará incertidumbre por el resultado electoral, lo que podría disminuir la inversión doméstica y extranjera directa, sumado a las condiciones globales, será más difícil continuar creciendo y evitar una recesión.
La falta de empatía nos está caracterizando y pareciera -con tristeza- que no hemos aprendido nada de nuestro pasado, pues, como humanos, seguimos cayendo en la fragmentación, muchas veces violenta y en donde estamos implicados todos, todos como conjunto de sociedad, indiferentes a lo que sucede en otras partes del mundo de forma explícita e indiferentes ante situaciones cotidianas, detalles insignificantes que carecen de bondad, pero que reúnen los elementos centrales que poco a poco construyen la aceptación social hacia una constante guerra.
En nuestro país se registran en promedio 70 asesinatos diarios resultado de la guerra contra el crimen organizado y de la ira colectiva, pero ¿qué nos tiene tan a la defensiva? ¿por qué no logramos poner en práctica la cooperación y la solidaridad? Vale hacer conciencia individual y que nuestras instituciones lo consideren como prioridad.
No seamos indiferentes.
Por: Gordillo Olguín, Jackelin
Twitter: @JackyOlguin
Facultad de Economía, UNAM
XG