En el contexto actual, marcado por un exceso de información y la notoria influencia de las redes sociales y nuevos medios de comunicación, la promoción del pensamiento crítico emerge como una necesidad urgente. Un estudio realizado por la consultora KPMG, que revela que el 70% de los jóvenes basan su información precisamente en internet, subraya la vulnerabilidad de esta habilidad en las nuevas generaciones.
En un entorno donde la veracidad de la información no siempre está garantizada, es esencial fomentar una capacidad de análisis y discernimiento sólida. Esta preocupación ha ido creciendo al observar cómo cada vez más personas se ven influenciadas por corrientes externas perjudiciales, limitando su capacidad de discernir y actuar de acuerdo con sus propias convicciones. Esta tendencia, de persistir, podría socavar los fundamentos mismos de la esencia humana.
El estudio referido de KPMG destaca cómo la mayoría de los jóvenes se informan exclusivamente a través de internet, donde la fiabilidad de la información no siempre está asegurada. Esta situación resalta la urgente necesidad de fortalecer las habilidades de pensamiento crítico entre los jóvenes.
No se trata tanto de que recurran a la web como fuente primaria, sino más bien de que no busquen otras fuentes secundarias y algunos no se tomen el tiempo para verificar la fuente, prefiriendo las que aparezcan primero en el navegador sin evaluar si son la mejor opción.
Para enfrentar este desafío, es vital reformar nuestros sistemas educativos para priorizar el pensamiento crítico desde edades tempranas. Las instituciones educativas deben adaptarse para ofrecer herramientas que permitan a los jóvenes cuestionar, analizar y llegar a sus propias conclusiones de manera independiente.
Esta transformación podría implicar la introducción de métodos pedagógicos más interactivos y participativos, así como la creación de programas específicos dedicados al desarrollo del pensamiento crítico. Asimismo, se requiere un cambio cultural que valore y promueva el debate abierto y respetuoso.
Esto implica no sólo la tolerancia hacia la diversidad de opiniones, sino también el desarrollo de habilidades de comunicación efectiva y la capacidad de escuchar activamente a los demás. La creación de espacios de diálogo, discusión en las instituciones educativas, y en la sociedad en general puede servir como plataforma para practicar y fortalecer el pensamiento crítico.
Fomentar el pensamiento crítico es una tarea compartida que involucra tanto a los individuos como a la sociedad en su conjunto. Todos tenemos la responsabilidad de cuestionar las narrativas dominantes, examinar nuestras propias creencias y contribuir a la construcción de una sociedad fundamentada en la razón y la evidencia.
Por:
Alberto Piña Landy
Universidad Iberoamericana
Lic. en Administración de Empresas
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