En México, nuestros niños no logran satisfacer sus derechos básicos como: educación, alimentación, salud, además de el desarrollo integral, el descanso y el esparcimiento. 40 millones de niños que hoy se encuentran en etapa de pleno desarrollo, tienen que luchar por combatir alguna carencia, hecho que los lleva más fácilmente a la deserción escolar o los sitúa en condiciones de rezago educativo.
Si bien en México ya se tenía una amplia brecha educativa, la pandemia la agravó más, pues el confinamiento podría traducirse en un mediano y largo plazo a una reducción de ingresos durante la vida adulta de lo que hoy son nuestros infantes de hasta el 12%, reproduciendo un México de desigualdades e incrementando la brecha social.
Durante la pandemia, 738 mil niños y jóvenes de entre 3 y 29 años inscritos en el ciclo escolar 2019 -2020 no lo concluyeron y a su vez, el número de titulaciones cayó un 65%.
La recuperación no ha sido inmediata, pues para el ciclo escolar 2020-2021 más de 5 millones de niños y jóvenes no pudieron inscribirse por falta de recursos, porque alguno de los padres se quedaron sin empleo, porque consideraron que las clases a distancia eran poco funcionales o por carecer de computadora u otro dispositivo.
Foto tomada de: Pixabay
Nuestros niños han perdido habilidades básicas de aprendizaje académico que habrían adquirido si hubieran asistido a las aulas. Si nos vamos a mayor detalle, las desventajas que dejaron las clases virtuales hoy ya son mucho más visibles.
México, un país de contrastes y potenciales desigualdades, estará condenado a reproducir su entorno si no coloca en lo más alto de la política pública la recuperación educativa. Si tomamos en cuenta que 7 de cada 10 mexicanos que nacen en los hogares más pobres no logran superar la condición de pobreza en la vida adulta y que el tener padres con bajo nivel educativo es una barrera para lograr superar la pobreza, la reproducción de la desigualdad seguirá siendo el futuro de México.
El combate a la pobreza de la población infantil enfrenta muchos retos como: deserción escolar, violencia, movilidad social, trabajo infantil, responsabilidad social, entre muchas otras; por ello debemos priorizar la niñez, en ella se construyen las primeras relaciones sociales en donde se consolidan las bases para la conformación de la humanidad.
Las instituciones, la población adulta y el estado, sin duda, le tenemos una deuda importante a nuestras niñas y niños. Nuestras acciones tienen que focalizarse en ofrecer y ampliar las oportunidades que liberen el potencial de nuestros infantes.
Es importante reintegrar a todos aquellos que han abandonado la escuela, así como asegurar que los derechos de las niñas y niños se cumplan. En paralelo, los programas deben orientarse por entidad federativa y por municipios; se debe tener en cuenta la situación de áreas urbanas donde la vulnerabilidad por ingresos es mucho mayor que en las zonas rurales. Los esfuerzos que se hagan ahora, conformarán la realidad de nuestro México en el futuro.
XBB