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La reina Carlota de ‘Bridgerton’ sí existió y así fue su VERDADERA historia

Historiadores señalan que la monarca tiene una presunta antecesora africana de la casa real portuguesa

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Lejos de ser un retrato idéntico a la época de la Regencia inglesa, Bridgerton buscó darle un nuevo aspecto a dicho personaje histórico de la talla de la Reina Carlota, aunque ha sido criticada, pues no se parece al personaje que se describe en la historia de Julia Quinn.

Pues lejos de ser una fanático de los vestidos grandes y pomposos, caprichos y las pelucas gigantes, fue una mujer de vida social y júbilo, que contrasta mucho con la mujer que se retrata en la popular serie de Netflix.

El programa Frontline sacó por primera vez este dato en 1996, en donde el historiador Mario de Valdes y Cocom confirmó que Carlota era descendiente de Madragana Ben Aloandro (1230), amante del rey portugués Alfonso III (1210), una mujer que fue oriunda de los pueblos al norte de África.

A su vez, la descendiente de la mujer mora fue Margarita de Castro y Sousa y de ella, siete generaciones después, llegó Carlota., por lo que Valdes y Cocom declaró que Margarita viene de una rama negra de la casa real portuguesa, de acuerdo con información publicada por la BBC.

Foto: Imagen de la colección real, donde historiadores señalan que Carlota era descendiente de Madragana Ben Aloandro

Aunque otros historiadores británicos consideran que «la distancia generacional entre Carlota y su presunta antecesora africana es tan grande, cerca de 15 generaciones, por lo que a su consideración dicho parentesco les parece imposible, pues Carlota nació en Alemania y obtuvo el poder de los territorios de Mecklemburgo.

A los 17 la seleccionaron para ser esposa del joven rey Jorge III de Gran Bretaña, pero no fue la primera opción, ya que la madre de Jorge, Augusta de Sajonia-Gotha, ya le tenía una lista de pretendientas adineradas. Se rumora que el rey, a los 22, la vio en un cuadro y se flechó automáticamente.

Foto: Wikipedia

Finalmente se casaron en septiembre de 1761 en Londres y Carlota se convirtió en reina consorte de Inglaterra. La monarca se caracterizó por no aplicar los protocolos reales con sus hijos, incluso les remendaba la ropa, cosía botones y procuraba no usar demasiadas sedas y pedrerías. También educó a sus hijas de manera distinta a como se hacía a las mujeres jóvenes de la época.