Más importante y trascendente para el gobierno de la presidentA Sheinbaum y su segundo piso de la cuatroté está resultando el legado de Carlos Salinas de Gortari que el de Andrés López Obrador.
Porque un día sí y el otro también el gobierno de la primera presidenta del país evidencia que la “transformación” de su mitómano antecesor no fue más que un puñado de fantasías y sueños guajiros.
Ni terminó con la corrupción, ni acabó con la inseguridad, ni regresó a los militares a sus cuarteles, ni encontró a los 43 de Ayotzinapa, ni eliminó el huachicol, ni bajó la gasolina a 10 pesos por litro, ni consolidó un sistema de salud mejor que Dinamarca, entre un largo etcétera.
Además, desde que inició su gestión, Sheinbaum ha visto desmoronarse los asideros financieros que sostuvieron la administración del oriundo de Macuspana.
El tipo de cambio peso-dólar del que gozó López durante casi toda su gestión y que incluso llegó a convertirse en un superpeso, tuvo su fin en 2024, al depreciarse 22.5 por ciento frente al dólar estadounidense.
Por otra parte, las remesas que se presumían como “logro” gubernamental van en picada: desde octubre de 2024, cuando asumió Sheinbaum, se redujeron de 5 mil 730 millones de dólares a 4 mil 458 millones de dólares al cierre de febrero.
Mientras que el tratado comercial que en diciembre de 1992 firmó Salinas, presidente de México de 1988 a 1994, con sus pares de Estados Unidos, George H. W. Bush; y de Canadá, Brian Mulroney, es hoy por hoy el salvavidas para mantener la estabilidad económica del país, y el proyecto de prosperidad compartida anhelado por la presidentA.
Ese tratado impulsado y concretado por Salinas y criticado rabiosamente por López en sus tiempos de opositor, sigue vigente y ayer atravesó intacto y sin un rasguño el bombardeo arancelario que lanzó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra 60 países.
Para México representa más de 14 millones de empleos directos y exportaciones anuales superiores a los 500 mil millones de dólares. Una derrama económica para el país y para las arcas gubernamentales que le permiten mantener el catálogo de programas sociales.
Por eso, el gobierno actual defiende con uñas ese tratado que nació como TLCAN (NAFTA), y se convirtió en el T-MEC (USMCA en inglés) en 2018, tras ser actualizado por los gobiernos de Enrique Peña, Trump en su primer mandato, y el entonces primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Y sí, la presidentA Sheinbaum tiene mucho mérito por privilegiar la defensa de este instrumento comercial, aunque represente una defensa del legado de Salinas de Gortari, a quien López y Morena han satanizado y despreciado sistemáticamente.
Así que se podría decir que Salinillas es el héroe que México merece, pero no el que la cuatroté ni su segundo piso necesitan, tropicalizando conocidas líneas del ficticio comisionado Gordon.
Es chunga, pero es real.
POR: RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP
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