México enfrenta una crisis hídrica caracterizada por la disminución de la disponibilidad de agua en diversas regiones del país. Este fenómeno se agudiza por la expansión demográfica y la sobrexplotación de nuestros acuíferos, lo que ha generado un estrés hídrico significativo e impactos negativos en el sector agropecuario y en el suministro de agua para consumo humano. A esta compleja y retadora realidad se suma la obligación que tenemos como país de cumplir con el Tratado de Aguas de 1944, un acuerdo binacional que regula la distribución de los ríos Bravo y Colorado entre México y Estados Unidos.
La reciente insistencia del gobierno estadounidense en el cumplimiento de dicho tratado, en un contexto de sequías históricas para nuestro país, plantea desafíos importantes para la gestión hídrica en nuestro país. La escasez de agua en México tiene una mayor incidencia en las regiones áridas del norte, donde estados como Chihuahua han sufrido sequías prolongadas. Los niveles críticos de las presas internacionales, como La Amistad y Falcón, evidencian la gravedad de la situación. Es por este motivo que el cumplimiento del Tratado de 1944 genera tensiones entre las obligaciones internacionales y las necesidades de los productores que dependen de los mismos cuerpos de agua. Este estrés no es nuevo, pues en 2020, los intentos por liberar agua de la presa La Boquilla desataron conflictos que recordamos con preocupación y que subrayan la complejidad de la problemática.
Por ello, es momento de proponer soluciones que equilibren nuestras obligaciones internacionales con las necesidades internas. Primero, tenemos que priorizar la optimización de la gestión hídrica, que requiere de la modernización de la infraestructura, la rehabilitación de canales y la implementación de sistemas de riego eficientes.
Tenemos que invertir en el desarrollo e implementación de tecnologías para el manejo eficiente del agua, como el riego por goteo, que aumenta la productividad agrícola sin afectar nuestras reservas hídricas. En segundo lugar, necesitamos diversificar las fuentes de agua disponibles a través de proyectos estratégicos y sostenibles como el Sistema Batán, en Querétaro. Esta iniciativa, diseñada para captar, almacenar, reutilizar y distribuir agua de manera sostenible, no sólo garantizará el abasto para comunidades y sectores productivos, sino que fortalecerá la resiliencia hídrica de la región.
El Sistema Batán, proyecto del gobernador Mauricio Kuri, es un ejemplo de cómo la planeación a largo plazo puede mitigar los efectos de la escasez, asegurando que el agua llegue a quienes más la necesitan sin comprometer el equilibrio ecológico. Tercero, fortalecer la cooperación binacional con Estados Unidos. El Tratado de 1944 no es inamovible; puede y debe actualizarse para reflejar las nuevas realidades climáticas. México debe abogar por mecanismos que permitan flexibilidad en años de sequía y garanticen la reciprocidad. En este sentido, la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) puede servir como plataforma clave para diseñar soluciones que beneficien a ambos países.
Estamos en un punto de inflexión que nos invita a reflexionar profundamente sobre el cuidado del agua. Como ciudadanos, debemos reconocer que este recurso es limitado y actuar con responsabilidad: cada gota cuenta, y adoptar hábitos de consumo consciente en nuestros hogares y comunidades es un primer paso fundamental. Pero la responsabilidad no recae solo en los individuos. Como autoridades, tenemos el deber de impulsar políticas públicas innovadoras que transformen la forma en que utilizamos el agua.
Esto incluye la implementación de programas que acerquen tecnologías de vanguardia al campo y a la industria, como sistemas de riego de alta eficiencia y procesos productivos que minimicen el desperdicio. Solo mediante un consumo más racional y eficiente lograremos preservar este recurso vital para las generaciones futuras. La crisis hídrica en México exige una respuesta integral. Cumplir con el Tratado no debe significar sacrificar a nuestras comunidades, sino encontrar un equilibrio que nos permita prosperar, mediante la implementación de soluciones innovadoras y equitativas que garanticen el bienestar de ambas naciones.
Agustín Dorantes Lámbarri
Senador por Querétaro
EEZ