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Las lecciones del experimento arancelario de Trump

La economía de Estados Unidos es el principal delimitador de las acciones de Donald Trump

Las lecciones del experimento arancelario de Trump
Beata Wojna / Diplonotas / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Han pasado casi dos semanas desde que Donald Trump sacudió el sistema de comercio internacional al imponer aranceles recíprocos, y apenas cinco días desde que el mismo presidente optó por reducirlos a 10 por ciento y establecer una pausa de 90 días para casi todo el mundo, excepto China. Nadie sabe cómo se desarrollará esta nueva situación comercial, que califica como guerra arancelaria. Sin embargo, hay algunas conclusiones que se pueden sacar de estos días turbulentos.

Lo primero, y lo más relevante, es que la economía estadounidense es el principal delimitador de las acciones de Trump, quien parece comportarse como un monarca caprichoso con ganas de humillar a su entorno, pero quien en el fondo teme a los indicadores económicos. La creciente liquidación en el mercado de bonos estadounidenses orilló al presidente a establecer una pausa de tres meses en la imposición de aranceles. En este sentido, fue el propio presidente quien detuvo, temporal y parcialmente, su política arancelaria para no generar más daños a la economía de Estados Unidos, demostrando así cierto grado de racionalidad.

Lo segundo es que, en estos días, se confirmó nuevamente que el principal eje de confrontación en el mundo pasa por la relación entre Estados Unidos y China, que fue el único socio comercial relevante que se atrevió a imponer inmediatamente contramedidas arancelarias. Después de doblar la apuesta en varias rondas, EU y China acabaron imponiendo, respectivamente, 145 por ciento y 125 por ciento de tarifas aduanales a los productos de la contraparte, llegando a una situación insostenible. La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que, si este escenario se prolonga, el comercio entre ambos podría reducirse hasta en un 80 por ciento. El reto para ambos es encontrar una salida rápida, en los siguientes días y semanas, salvando la cara. Aunque el comercio entre EU y China representa sólo entre 3 y 4 por ciento del comercio mundial, la falta de estabilidad y previsibilidad repercutirá negativamente en el comercio y las empresas en todo el mundo.

Lo tercero es que el experimento arancelario de Trump no ha terminado. Quizás en algunos casos se logre reducir los aranceles mediante acuerdos bilaterales, pero el regreso al libre comercio tal como lo conocíamos durante las últimas tres décadas parece imposible. Asimismo, podemos olvidarnos de las instituciones que lo promovían. La batalla arancelaria de Trump coincide, paradójicamente, con el trigésimo aniversario de la creación de la OMC. Resulta demoledor para esta organización que, de sus 166 miembros, sólo una cuarta parte se haya sumado, el día 9 de abril, a la declaración en apoyo del sistema de comercio multilateral basado en reglas. China, Australia, Canadá, Reino Unido y Noruega están en este grupo, pero faltó toda la Unión Europea, México y una larga lista de países asiáticos como Japón o Corea del Sur, que no quieren irritar a Trump apoyando a una organización que está a punto de morir.

POR DRA. BEATA WOJNA

PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES

INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY

@BEATAWOJNA

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