Columna Invitada

Justicia laboral: el corazón de la dignidad

Los derechos laborales no pueden ser ideas abstractas o normas sin aplicación real

Justicia laboral: el corazón de la dignidad
Selene Cruz Alcalá / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Por mucho tiempo se nos enseñó que la justicia empieza en las leyes, los tribunales, en los libros de derecho. Pero en realidad, la justicia comienza mucho antes: desde que una persona se levanta para ir a trabajar. Empieza en cada integrante de cada familia que sale con la esperanza de ganarse la vida de forma honesta. En cada joven que busca su primer empleo. En cada mujer que sostiene un hogar. La justicia, la verdadera, comienza en el valor del trabajo y en el derecho a vivir con dignidad.

Los derechos laborales no pueden ser ideas abstractas o normas sin aplicación real. Deben sentirse en la vida cotidiana de las y los trabajadores: en un salario que alcance, en un horario justo, en la certeza de la estabilidad en el empleo, en la posibilidad de acudir al médico sin temor a perder el empleo o de no ser despedido por ejercer sus derechos. Eso es justicia laboral. Y sobre todo, eso es respeto. Un respeto que nos merecemos todas y todos.

Durante años se repitió la idea de que proteger demasiado a las y los trabajadores podría dañar la economía. Esa lógica nos dejó precariedad, miedo e injusticia. Y golpeó más duro a quienes ya estaban en situación vulnerable: mujeres y jóvenes, principalmente. Existen miles de historias que lo confirman: personas despedidas sin razón esperando una indemnización justa, mujeres embarazadas despedidas pese a su prohibición, personas que reciben como pago menos del salario mínimo. Cada una de esas historias revela algo más profundo: cuando se violan los derechos laborales, no solo se rompe una relación de trabajo, se rompe la confianza en la justicia. 

Un juicio justo puede devolverle la paz a una familia entera. Pero también, la indiferencia del sistema judicial puede destruir la esperanza. En ambos extremos, está en juego la dignidad humana.

Por eso, es urgente entender que el trabajo digno es la base de una sociedad justa, fuerte y humana. Las sentencias, las leyes, las decisiones judiciales no deben desconectarse de la vida real. Deben reflejar el esfuerzo de las personas trabajadoras. Deben escuchar el corazón del país.

POR SELENE CRUZ ALCALÁ 
CANDIDATA A MINISTRA DE LA SUPREMA 
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN 

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