MIRANDO AL OTRO LADO

El daño está hecho

En tiempo récord ha volteado el tablero mundial de cabeza. Prometió parar la guerra en Ucrania inmediatamente, y procedió a entregar a Rusia todo lo que le pidió Putin

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de México
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Trump usa la amenaza de aranceles para obligar a amigos y enemigos a doblegarse ante sus demandas. Utiliza ese método como si fuera su “marca registrada”. Ganó la presidencia de Estados Unidos por segunda ocasión ofreciendo soluciones inmediatas a una ola de apoyos recibidos de enfurecidos y armados “haters”, billonarios frotándose las manos ante la promesa de una desregulación sin precedentes y algunos teóricos rabiosos ansiando establecer un nuevo orden mundial basado en la fuerza y la imposición.

En tiempo récord ha volteado el tablero mundial de cabeza. Prometió parar la guerra en Ucrania inmediatamente, y procedió a entregar a Rusia todo lo que le pidió Putin, en detrimento de Ucrania. Enfrentó a Zelensky y le exigió la entrega del control de su economía a cambio de prácticamente nada, excepto una semi rendición ante el ejército ruso. Gran Bretaña y Europa rechazaron el método de Trump y plantean una paz pactada con garantías de seguridad para Ucrania.

Entonces el método de Trump de imponer un acuerdo falló y Rusia atacó con furia a Ucrania, Trump tuvo que amenazar a Rusia con aranceles y sanciones económicas. Y Rusia, que lleva años con esos aranceles y sanciones a cuestas, le pareció más de lo mismo de parte de Occidente, y no se inmutó. La guerra seguirá.

Y la negociación de Trump para imponer un acuerdo entre Rusia y Ucrania se estancó al enfrentar una realidad compleja que la mente reduccionista de Trump no había percibido.

Acto seguido, Trump amenazó a Hamas con “violencia nunca vista” si no acordaba con Israel una tregua mayor al alto al fuego, y la entrega de los últimos rehenes. Hamas ignora esa amenaza de Trump, habida cuenta que con todo lo que ha sobrevivido de los ataques de Israel, nada que provenga de Estados Unidos puede ser peor. Máxime cuando la idea absurda y muy estadounidense de Trump de convertir a Gaza en un “magnífico resort” hace palpable su incomprensión de todo lo de “Oriente Medio”.

Y después vinieron los aranceles. Las amenazas y retractaciones de los aranceles, luego sus modificaciones en alcance y duración, luego fechas nuevas y la guerra de desinformación. ¿Qué se ha discutido, pactado y acordado? Nadie lo dice. Ni Washington, ni México ni Ottawa informan lo que se está discutiendo. Las cosas se conocen porque se ven: se amenazan con aranceles, después se negocian y se rectifican las fechas. Se posponen los aranceles y se les pone otra fecha. Mientras tanto, cosas ocurren en carambola y sin aparente lógica.

En Canadá, el estado de ánimo social se ha vuelto extremadamente nacionalista y anti estadounidense. El Primer Ministro Trudeau, que tuvo que renunciar debido a su impopularidad, ha visto a su partido resurgir en las encuestas por los agravios de Trump en su contra. Al partido Liberal de Trudeau le conviene alargar el conflicto con Trump hasta las elecciones, pues puede representar su mejor carta para retener el poder. Los liberales en Canadá suspiran al unísono: ¡gracias Trump por tanto insulto!

El caso mexicano es distinto, porque plantea retos y dificultades, pero también abre algunas ventanas de oportunidad. Las amenazas de la imposición de aranceles son, en sí, una catástrofe para México. Aunque finalmente no se impongan en nuestro país, el efecto ha sido demoledor para la economía y sus perspectivas en el corto y mediano plazo. Las amenazas y la incertidumbre que provocan son suficientes para hacer que se retrasen o, de plano, se anulen inversiones que se planeaba colocar en México.

También desalientan el consumo, tanto individual como corporativo. Tanto inversiones como consumo se retraen. Se proyecta que México probablemente tenga un crecimiento negativo del Producto Interno Bruto (PIB) en 2025. Este pronóstico pesimista viene de dos fuentes: de factores negativos heredados del sexenio de López Obrador (excesivo endeudamiento público, megaobras carentes de viabilidad y exigiendo financiamiento público continuado, programas sociales cada vez más onerosos y un sector energético sobreendeudado e ineficiente-PEMEX y CFE) junto con la incertidumbre que generan las amenazas de Trump sobre aranceles y la posible cancelación del T-MEC.

Esto genera un escenario preocupante: con o sin aranceles, el daño económico está hecho y será reversible en el largo plazo solamente si se operan muchas rectificaciones de política económica sobre la marcha.

Sin embargo, aunque en Canadá el ataque de Trump le vino como anillo al dedo al partido en el poder, no es evidente que suceda lo mismo en México. Las encuestas otorgan un 80% de apoyo a Claudia Sheinbaum en sus primeros meses de gobierno. Ha convocado a la “unidad nacional” al llamar a un evento en el zócalo capitalino.

Es cierto que en un primer momento parecía ser una convocatoria amplia y ciudadana, al margen del partido de Morena. Sin embargo, progresivamente ha devenido en un encuentro partidista y con demandas de Morena. Entre otras, en apoyo a la reforma judicial, lo cual no tiene nada que ver con el llamado original.

Las condiciones en Canadá y México tienen grandes diferencias. Canadá no retiró sus aranceles recíprocos, y ahora Trump ha anunciado nuevos aranceles a ese país, a pesar de haberlos cancelado hace tres días. La confrontación entre Trump y Trudeau es política y electoral.

En México, que no impuso aranceles a Estados Unidos como sí lo hizo Canadá, la respuesta ha sido de gran cautela, pero porque el peligro es mucho mayor. El conflicto bilateral tiene que ver con lo dicho reiteradamente por funcionarios públicos estadounidenses: estiman que existe una complicidad profunda entre el gobierno de México y el narcotráfico. No han expuesto públicamente sus pruebas, pero dicen tenerlas.

Esto introduce al diferendo bilateral no sólo un asunto de carácter económico (aranceles), sino también uno de carácter político (cambio de régimen). No se han dicho las cosas con esas palabras, cambio de régimen, pero es evidente que es lo que Estados Unidos tiene en mente.

Trump quiere remover a Trudeau y Zelensky de sus posiciones de poder, a través de elecciones. En el caso mexicano, parece ser más complicada la pretensión. Da la impresión de que la ira estadounidense no va en contra de Sheinbaum, sino en contra del ex Presidente y sus aliados en el gabinete, en gubernaturas y en el Poder Legislativo. Más bien, la intención parecería ser llevar ante la justicia estadounidense a los principales promotores y agentes de la alianza entre el poder político y el narcotráfico.

Como se puede apreciar, las intencionalidades en el caso de unos y otros son completamente diferentes. Una cosa es pedir nuevas elecciones y otra, completamente diferente, es desestructurar un régimen político en su conjunto.

La conclusión, por lo tanto, de que el daño está hecho no es solamente en lo económico. Es también en lo político, al demandar un cambio de régimen en México. Defender el cambio del Poder Judicial a través de elecciones significa defender al régimen actual. Y resalta la gran contradicción entre la popularidad presidencial, la recesión económica que viene y la ideología que da sustento a la alianza entre poder político y narcotráfico. Todo ello asegura una crisis bilateral continuada y profundizando.

El juicio final es categórico: el daño está hecho. El reto que enfrenta México es reparar el daño y construir un futuro viable.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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