Si los miles de elementos de la Guardia Nacional que envía México a su frontera norte lograran sellarla e impedir el paso de fentanilo, jure usted que, aun así, el fentanilo seguiría llegando a los consumidores de Estados Unidos, sólo que más caro porque sería más largo el trayecto a su destino final.
No se requiere mucha perspicacia para augurar tal cosa porque sólo es un asunto de oferta y demanda. Incluso si el trasiego de fentanilo se frenara, el consumidor optaría por otras drogas. Es decir, mientras exista consumo, la demanda será satisfecha.
Eso es lo que no entiende el huésped de la Casa Blanca, empecinado en imponer aranceles no sólo a sus socios comerciales más importantes, México y Canadá, sino a otras partes del mundo. Aquí debe destacarse que, efectivamente, la presidenta Claudia Sheinbaum actuó con cabeza fría y, en vez de fijar de inmediato aranceles espejo, esperó dos días y dejó que los mercados hablaran -un lenguaje que Donald Trump sí entiende- y su voz fue de pérdidas en Wall Street y en el valor de las criptomonedas (recuérdese que Trump lanzó la suya recientemente).
Con esa reacción bursátil, más el rechazo a los aranceles por parte de empresas, gobernadores y congresistas de EU, la conversación telefónica de Sheinbaum y Trump del 3 de febrero derivó en un acuerdo cuyos contenidos centrales son poner pausa de un mes a los aranceles anunciados y enviar 10 mil guardias nacionales a la frontera.
La parte débil del acuerdo es el carácter general de los compromisos verbales de Trump, pues solo ofreció “trabajar” para evitar el tráfico de armas a México. Quizá pudo México plantear algún referente de cumplimiento, pero, comoquiera, la Presidenta tuvo éxito al frenar el arbitrario arancel violatorio del T-MEC.
La mandataria contó con el respaldo generalizado social, empresarial y político, con la sola excepción de algunos dirigentes opositores que, sin embargo, no deben ser calificados de “traidores a la patria” y sí dejarlos inmersos en su miopía y su pequeñez política.
Volviendo a los estupefacientes, Trump intenta endilgarle a México toda la responsabilidad de las muertes por sobredosis de fentanilo y otras drogas, pero el papel de víctimas inocentes que sucumben ante la malevolencia de los narcotraficantes no se ajusta a la realidad. Esas “víctimas” son el origen -no sólo el destino- del narcotráfico. Si ellos no la compraran, no habría tráfico de drogas.
Así las cosas, es clara la urgencia de que EU intensifique su propia lucha contra las drogas, no sólo en lo policial y en lavado de dinero -rubros en que no ha tenido éxito-, sino también en la asistencia a sus consumidores, con programas de prevención y rehabilitación amplios y eficaces. Es pertinente por ello que la presidenta Sheinbaum le haya hablado a Trump del programa preventivo mexicano y que le envíe, a petición del mandatario, información sobre esa incisiva campaña mexicana.
PLUS DIGITAL: EU, CORRESPONSABLE
Claudia Sheinbaum rechazó enfática y justificadamente la acusación torpe y sin fundamento de Donald Trump, en el sentido de que hay una alianza del gobierno y los narcotraficantes y como “base” de tan grave acusación se usó el caso de Genaro García Luna, quien fue titular de Seguridad en el gobierno de Felipe Calderón, que concluyó hace 13 años.
El hecho de que Trump descargue a México toda la responsabilidad del contrabando del fentanilo se estrella en dos hechos que hacen a EU corresponsable, además de lo ya señalado sobre la demanda de drogas de consumidores estadounidenses. Esos dos hechos son:
1) La introducción y distribución de droga en territorio de EU no la hacen mexicanos sino estadounidenses. Y esto no es una opinión, sino una realidad documentada por el Cato Institute, En 2022, fueron estadounidenses el 89 por ciento de los traficantes de drogas de fentanilo condenados en EU, una cifra 12 veces mayor que las condenas de inmigrantes ilegales por el mismo delito.
2) De acuerdo con un informe de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, en inglés) del Departamento de Justicia de EU, el 74 por ciento de las armas que usan los cárteles mexicanos de la droga provienen de ese país, particularmente de Texas, California y Arizona.
Por esas razones, la presidenta Sheinbaum insiste tanto en la necesidad de colaboración entre México y EU para lograr acciones eficaces contra el narcotráfico. Sin embargo, EU se resiste a reconocer su responsabilidad en la muerte de miles de sus ciudadanos al año por consumo de fentanilo y hasta ahora, se resiste también a iniciar acciones serias para frenar el contrabando de armas hacia México.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM
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