MALOS MODOS

Emilia Pérez y el wokismo

Por eso, la historia de un criminal que se practica una operación de cambio de sexo, en clave de provocación o de lo que quieran, era que ni mandada a hacer, porque luego de la operación

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El wokismo es duro: exige aplicarse con los malabares conceptuales, y luego ni así le salen las cosas. “Emilia Pérez” parecía ir enfilada a embolsarse unos cuantos óscares. Hablamos de unos premios que se han vuelto una monserga con tanta atención a no ofender, sí entrarle a las cuotas de género, origen étnico y preferencia sexual, y no heteronormar. Por eso, la historia de un criminal que se practica una operación de cambio de sexo, en clave de provocación o de lo que quieran, era que ni mandada a hacer, porque luego de la operación, convertido en mujer, se convierte también en una finísima persona. El camino estaba planito. Y entonces todo se arruinó, o al menos parece que a eso conviene apostarle.

México puso su granito de arena en el escándalo y la probable ruina oscarera de la peli. Como somos rete susceptibles y rete celosos con nuestra identidad y nuestro súper poderío cultural, empezaron a multiplicarse los gritos en el cielo porque “Emilia Pérez”, que, se entiende, transcurre en nuestro país, fue, primero, dirigida por un francés, Jacques Audiard, que conoce del territorio narco lo mismo que el mexicano medio de la cultura bosquimana. Inaceptable.

Enseguida, el francés decidió que la protagonizaran una española, Karla Sofía Gascón, y dos gringas, Zoe Saldana y Selena Gómez, que no hablan nuestro idioma y que, pa pronto, de “hispanas” tienen poco más que el apellido, o sea sus remotos orígenes, dominicanos en el caso de Saldana. Si no fuera suficiente el calambrón para nuestro delicado orgullo nahuatlaca, Audiard, como ya comentamos en estas páginas, se lanzó a calificar el español, que tampoco habla, como una lengua de migrantes y muertos de hambre, palabras más o menos.

Así que el wokismo empezó a hacer colisión consigo mismo. A sufrir un corto circuito. A implosionar, como acostumbra. ¿Actrices “hispanas”? Perfecto. Sí, pero no son mexicanas. Uy. ¿Ambientada en México? Bien. Pero dirigida por un francés güero, es decir, el enemigo número 1, el hombre blanco.

Para rematar, Karla Sofía Gascón, actriz trans, lo cual está muy wokemente bien, pero española, lo cual está muy wokemente mal porque al serlo participa de algo así como un ejercicio de apropiación cultural, vio cómo le exhibían unos comentarios antiguos en redes que parecen como de peda del gabinete de Trump.

Citamos también algunos aquí, pero hay que añadir algunos francamente mordaces (y atendibles) sobre la repartición por cuotas de corrección política justamente de los oscares, salvajadas sobre el Islam ("se está convirtiendo en un foco de infección para la humanidad que hay que curar urgentemente"), contra Miley Cirus, “hombre con bigote”, y, para remate, contra Selena Gómez, una “rata ricachona” que “se hace la pobrecita”.

Les digo: qué difícil es ser woke.

Dicho sea de paso, Selena Gómez es lo máximo.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ