Nadie sabe con certeza todavía cuál es el objetivo final de la imposición de aranceles de Estados Unidos a sus principales socios comerciales, como México y Canadá. Lo cierto es que, como lo dijo el mismo Donald Trump, esta medida tendrá consecuencias negativas incluso para los propios estadounidenses.
El secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, también lo afirmó con todas sus letras: un arancel generalizado de 25% significa un balazo en el pie para Trump y los más de 330 millones de norteamericanos.
El impacto sobre las empresas será enorme. Se perderán alrededor de 400 mil empleos en la Unión Americana, aseguró Ebrard, quien señaló además que se incrementarán los precios de los vehículos, por mencionar solo un ejemplo.
En términos simples y llanos, se prevé un alza generalizada en los precios de productos y servicios para los norteamericanos, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum.
En un tono más dramático, Trump también envió un mensaje ayer en sus redes sociales y dijo: “Haremos todo para que Estados Unidos sea grande otra vez, y valdrá la pena todo el costo que debemos pagar (…) ¿Habrá cierto dolor? Sí, tal vez (o tal vez no)”.
Pero en esta guerra arancelaria, nuestro país podría llevarse la peor parte: nuestras ventas a EU (exportaciones) caerán alrededor de 12%, provocando con esto una contracción del PIB de entre 4% y 5%.
En materia de empleo, el impacto será negativo para la industria manufacturera, ya que la mayor parte de la producción está destinada a componentes y productos de exportación.
Por si fuera poco, los estados de la República cuyo PIB depende de las exportaciones sufrirán también un impacto negativo.
En primer lugar, se encuentra Chihuahua (gobernada por la panista Maru Campos) donde las exportaciones representan 144.6% del PIB; seguido por Coahuila (del priista Manolo Jiménez), con una proporción de 111%; Baja California (de la morenista Marina del Pilar Ávila), con 97.8%; y Tamaulipas (del también morenista Américo Villarreal), con 83.2%, por mencionar los primeros lugares.
Pero eso no es todo. Aquello que en algún momento se nos vendió como la panacea del crecimiento económico -me refiero al nearshoring- podría quedar como un sueño guajiro, ya que las empresas extranjeras dejarían de tener incentivos para reinvertir sus utilidades en México e instalar nuevas plantas.
Y hay más. En su prospectiva sobre los efectos negativos, el Grupo Financiero Base advierte que los aranceles afectarán el tipo de cambio. Se podrían alcanzar niveles cercanos a los 23 pesos por dólar, provocando alzas en las tasas de interés y en la inflación.
VIENE EL PLAN B. El escenario es, sin duda, adverso para México, los mexicanos y el gobierno de Sheinbaum. Por eso, ella y su gabinete, junto con empresarios, han tenido intensas jornadas de trabajo en las últimas horas.
Este lunes, la mandataria dará a conocer el Plan B sobre los aranceles. Lo que se prevé no es una tasa generalizada de 25% como la de Trump, sino un arancel selectivo sobre una canasta de productos específicos que importamos de EU.
Ya lo dijo la Presidenta: México no quiere una guerra ni una confrontación, sino un trabajo integral basado en la confianza, respeto y responsabilidad compartida; no sólo en lo económico, sino también en la lucha contra el tráfico de fentanilo, que fue el argumento para imponer los aranceles.
“Coordinación sí, subordinación no”, afirmó la mandataria, quien además propuso establecer mesas de trabajo para atender los graves problemas de tráfico de drogas y armas. Y espera que Trump responda a la brevedad.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Una guerra comercial es como un divorcio: al final, todos pierden dinero y acaban culpando al otro”.
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
ALFREDO.GONZALEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALFREDOLEZ
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