COLUMNA INVITADA

Sus motivaciones son ideológicas, no económicas

En este nuevo conflicto que afectará al mundo entero, los países de las Américas serán los más susceptibles de sufrir los efectos, la gran mayoría tiene una fuerte dependencia con la economía de los Estados Unidos

OPINIÓN

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Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Heraldo de México

Lamentablemente, los menos optimistas teníamos razón. Donald Trump no es la misma persona que llegó a la presidencia de los Estados Unidos por primera vez hace 8 años; ésta es una versión mucho más radicalizada. Las últimas dos semanas son una muestra de lo que nos espera, las amenazas se están convirtiendo en realidad, las deportaciones masivas ya comenzaron y los aranceles a productos mexicanos entraron en vigor el sábado pasado.

En este nuevo conflicto que afectará al mundo entero, los países de las Américas serán los más susceptibles de sufrir los efectos, la gran mayoría tiene una fuerte dependencia con la economía de los Estados Unidos. A pesar de que las decisiones de Donald Trump también afectarán a los consumidores norteamericanos, esto parece no importarle demasiado, en este segundo mandato sus motivaciones ideológicas serán el eje rector de sus acciones.

Ahí es donde muchos están fallando, en la interpretación de sus motivos. Creen que el magnate va a seguir la agenda tradicional de los presidentes norteamericanos, pero él tiene la propia y los temas económicos le son importantes, pero no prioritarios. Sus decisiones son un reflejo de sus creencias; la supremacía racial y las sociedades mono culturales las más peligrosas, además de que tratará de debilitar a los que considera sus enemigos, los progresistas y los gobiernos de izquierda.

En el camino para tratar de imponerse, encontrará adversarios igual de radicales. El caso más reciente el del presidente colombiano quien, a pesar de haber reculado, no tiene empacho en seguir apelando al ultra nacionalismo y al anti imperialismo. Habla de dignidad, pero sus decisiones afectarán al pueblo que dice defender, es fácil hablar de dignidad desde la comodidad de los cargos públicos y rodeado de privilegios inalcanzables para la mayoría.

Paradójicamente, no hay nada más benéfico para los gobiernos socialistas de América Latina que los ataques de los gringos, ayudan de manera involuntaria al fortalecimiento de los liderazgos que los comandan. Los populistas ofrecen a sus pueblos un discurso simple pero poderoso: el del nacionalismo sin reflexión alguna sobre los problemas internos, ese que tanto gusta a los latinoamericanos, donde siempre hay algún culpable de nuestros propios errores.

No exagero al decir que América Latina enfrenta uno de los retos más importantes de su historia moderna. El caso de México es todavía más complicado, nuestro país tiene una gran dependencia económica con los Estados Unidos. Los analistas prevén consecuencias catastróficas en la imposición generalizada de aranceles a los productos mexicanos, el dicho popular de que si a los norteamericanos les da gripe a nosotros nos da neumonía, está más vigente que nunca.

Es hora de dejar de buscar culpables y de atender las causas que hoy nos mantienen en la zozobra.  No somos capaces de satisfacer nuestro consumo interno y la economía depende de las exportaciones y de las remesas. Millones de mexicanos emigraron a los Estados Unidos buscando condiciones de vida que en su país les fueron negadas, y si bien es cierto que no es culpa del actual gobierno, también lo es que hoy en día tampoco encuentran incentivos para regresar.

Hasta el momento, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha hecho lo que puede, sin mucho margen de maniobra, ha peleado algunos rounds de sombra pero mantiene disposición al diálogo para encontrar soluciones.

No debe de caer en la tentación de adoptar un discurso nacionalista para repartir culpas, se tiene que seguir profundizando en el combate de nuestro problema más grave: el narcotráfico. Ese puede ser un paso importante para contener a nuestro vecino del norte.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR

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