Al día siguiente de la toma de protesta del presidente más poderoso del mundo, quien pronunció un discurso beligerante y amenazante para toda la humanidad, sin que nadie se atreviera a confrontarlo, emerge como un faro de justicia y esperanza la primera persona que se atrevió a hacerlo. Ella es la obispa episcopal Mariann Edgar Budde quien, desde el púlpito de la Catedral de Canterbury, en Washington, alzó la voz con valentía y firmeza en defensa de los más vulnerables frente al odio y la opresión de Donald Trump.
En un templo repleto de súbditos de Trump y de líderes religiosos que optaron por callar en un silencio cómplice con el mandatario, Budde miró a los ojos al presidente y en su cara, sin gritos ni groserías, al contrario, de una manera muy clara, prudente y cortés, realizó una súplica de misericordia, amor y justicia en favor de las y los migrantes, y la comunidad LGBT.
Trump, quien al principio mostró interés por dicha súplica, no tardó en bajar la mirada y evitar el contacto visual con ella. Más tarde, le respondió de manera petulante y vil en su plataforma de red social Truth Social, describiéndola como una radical de izquierda que odiaba a Trump. Además, calificó su sermón como inapropiado y aburrido, añadiendo que no era buena en su trabajo y que tanto ella como su iglesia debían disculparse públicamente. Ante estas acusaciones, Budde contestó de forma digna y firme: "No siento que haya necesidad de disculparse por una solicitud de misericordia".
El acto de valentía y justicia de la Obispa Budde resonó en todo el mundo, quitándole protagonismo al "hombre más poderoso sobre la tierra" y generando eco en todos los rincones del planeta.
Hoy en día, el mundo conoce el nombre de la mujer que se atrevió a confrontar a Trump, y en Estados Unidos la llaman "la obispa valiente".
Algunos argumentan que Budde no debería haberlo hecho públicamente, sugiriendo que por ser el presidente de Estados Unidos merecía un trato más privado y respetuoso. Sin embargo, ¿desde cuándo se cuestiona la valentía al enfrentarse a un hombre que amenaza con causar daño a millones de personas en situación de vulnerabilidad? En este contexto, la obispa tomó la oportunidad, la hizo suya y defendió de manera digna a los más vulnerables, recordándonos que la justicia comienza con su protección.
Budde, al igual que muchas mujeres a lo largo de la historia, no tuvo miedo de confrontar la opresión. Citando a Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”. El ejemplo de Budde también es un llamado para todas las mujeres a no callar y a denunciar.
Como mujer feminista, me enorgullece que sea una mujer la primera en enfrentar de manera digna y justa a un personaje amenazante como Trump. Necesitamos más ejemplos como el de la obispa con A, Mariann Edgar Budde. Interiorizar el valor de la valentía, una virtud que no es un hecho aislado, es un viaje que nosotras podemos elegir emprender todos los días con M de mujer.
POR KARLA DOIG ALVEAR
ABOGADA CON MAESTRÍA EN POLÍTICAS PÚBLICAS, CONDUCTORA Y ACTIVISTA
@KARLADEALVEAR
PAL