DESDE AFUERA

¿Espionaje o presión?

En términos reales, los estadounidenses poseen el mayor aparato de espionaje del mundo, con al menos una docena de organizaciones a cargo de recolectar información

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Una vez más hay un escándalo en México por algo que a estas alturas ya no debería sorprender: los Estados Unidos espían a los grupos narcotraficantes.

Y peor aún, pese a lo que aspiraba algún exmandatario, no pidieron permiso.

Cierto. El espionaje no es justificable bajo ningún criterio de decencia, pero eso tiene poco que ver con los mundos del espionaje y la necesidad política.

En términos reales, los estadounidenses poseen el mayor aparato de espionaje del mundo, con al menos una docena de organizaciones a cargo de recolectar información de todo tipo, y aunque la mayor parte de la información procede de fuentes abiertas, o sea medios informativos tradicionales y redes sociales, una fracción importante es obtenida mediante intercepción de llamadas telefónicas y otros medios.

Para eso hay satélites y estaciones de monitoreo como el Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC). La visibilidad de vuelos de aviones espía resulta mas bien un recordatorio, por mas que hayan sido cuidadosos, al menos en la información revelada, de no violar la soberanía territorial mexicana.

Ciertamente parece una forma de presión política. Los vuelos de aviones espía probablemente han producido más ruido que información.

Pero es una forma de hacer recordar las amenazas del presidente Donald Trump sobre la posibilidad de atacar militarmente a los cárteles del narcotráfico, sea mediante proyectiles –como propuso en su primer periodo– o incursiones de fuerzas especiales.

Más allá, nada nuevo bajo el sol. Los servicios de inteligencia y espionaje de todo el mundo recaban tanta inteligencia de sus amigos como de sus enemigos. Hace no más de 15 años, por ejemplo, hubo un escándalo por revelaciones sobre el espionaje estadounidense en Alemania, Gran Bretaña, Francia y Brasil.

Y no han sido los únicos: En los últimos años, la difusión de reportes de inteligencia estadounidenses en torno a los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto causaron irritación.

Pero también es cierto que los servicios de inteligencia estadounidenses suministraron información a la policía mexicana en el marco de la Iniciativa Mérida.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador denunció a la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA) y le prohibió operar en México.

Pero también hubo ruido en torno a la presencia de los servicios de inteligencia rusos en México y se sospecha de otros como Cuba, Israel, Gran Bretaña, Francia, España o China.

Y tampoco es nuevo. De hecho es normal en el mundo en que vivimos y México es un país abierto.

Históricamente, en 1913 un "Cuarto Obscuro", predecesor de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), pudo interceptar las líneas de telégrafos mexicanas para monitorear los movimientos de las fuerzas enfrentadas en la Revolución.

Ya en 1985 el asesinato del agente antinarcóticos Enrique "Kiki" Camarena, que se había infiltrado en los trabajos del Cártel de Guadalajara, puso de relieve el interés estadounidense en el narcotráfico mexicano.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                                               

@CARRENOJOSE

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