COLUMNA INVITADA

Palermo: la solución ignorada contra el crimen organizado

Pese a su relevancia, este instrumento es, cuando menos, subutilizado, lo que resulta en esfuerzos nacionales desconectados del marco global

OPINIÓN

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Manelich Castilla Craviotto / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Manelich Castilla Craviotto / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: El Heraldo de México

En el año 2000, se firmó la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional en Palermo, Italia, la misma ciudad donde, ocho años antes, el 23 de mayo de 1992, fue asesinado el juez Giovanni Falcone. Junto con Paolo Borsellino, ultimado dos meses después, Falcone se convirtió en un símbolo máximo de la lucha contra la mafia.

La Convención de Palermo, ratificada por más de 180 países, establece un marco integral para combatir el crimen organizado. Sin embargo, muchos gobiernos ignoran sus lineamientos y, con cada nueva administración, surgen estrategias marcadas por la improvisación.

Sus pilares fundamentales incluyen, entre otros: cooperación internacional, tipificación de delitos, decomiso de bienes, protección a testigos, asistencia jurídica recíproca, investigaciones conjuntas, sanciones por obstrucción a la justicia, asistencia y protección a víctimas, combate a la corrupción, además de protocolos específicos en trata de personas, tráfico ilícito de migrantes y tráfico de armas de fuego.

Pese a su relevancia, este instrumento es, cuando menos, subutilizado, lo que resulta en esfuerzos nacionales desconectados del marco global.

En Estados Unidos, por ejemplo, persisten políticas erráticas contra el narcotráfico y el lavado de dinero. Con Donald Trump de regreso en la presidencia, lo que pudo haber sido un nuevo impulso en la lucha contra el crimen organizado se transformó, por decreto, en un combate contra el terrorismo. La estrategia prioriza amenazas externas sin atender las redes criminales que llevan décadas enquistadas en las estructuras de poder norteamericanas.

En Europa, las respuestas al tráfico de personas y al crimen financiero siguen siendo inconsistentes.

En América Latina, predomina la apuesta por el uso de las Fuerzas Armadas en seguridad pública y combate al crimen organizado, en lugar de fortalecer instituciones civiles, mejorar los sistemas de procuración de justicia y consolidar un Poder Judicial sólido.

Ignorar la Convención de Palermo tiene consecuencias visibles: falta de cooperación efectiva, repetición de estrategias fallidas y desperdicio de recursos en planes sin continuidad, rediseñados con nuevos nombres para aparentar innovación.

Sin embargo, la máxima consecuencia es la expansión de las redes criminales, que aprovechan la falta de coordinación global.

Romper este ciclo requiere mecanismos de evaluación sobre el cumplimiento de la Convención y el abandono de enfoques aislados. A la par, es urgente fortalecer el Poder Judicial y profesionalizar cuerpos policiales con capacidades técnicas de investigación e inteligencia, concebidas con visión de largo plazo, y no como respuestas reactivas con cada cambio de gobierno.

Mientras la respuesta siga siendo local e improvisada, las organizaciones del crimen organizado transnacional seguirán acumulando poder.

La sangre derramada por Falcone y Borsellino, así como la de miles de personas en todo el mundo, seguirá fluyendo mientras no se retome la ruta que su sacrificio ayudó a construir, plasmada en la Convención de Palermo.

POR MANELICH CASTILLA

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