ESCRIBIR CON LUZ

El agujero en la puerta

Las posibilidades a la mano que permite la tecnología han vuelto fácil la captura de escenas cercanas al deseo

OPINIÓN

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Cynthia Mileva / Escribir con luz / Opinión El Heraldo de México
Cynthia Mileva / Escribir con luz / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace unos días, la noticia viral del arresto de dos damitas en lencería que posaban sensualmente para fotógrafos dentro de las instalaciones del metro de la Ciudad de México, provocó, además de hilaridad, una raya más al tigre de lo increíble que el transporte público hace posible. 

Pensar en el lugar privilegiado de la fotografía para las cosas del amor en estas fechas prevalentinas, es insistir en el carácter escópico del deseo, ese que solo entra por los ojos y que la fotografía inmortaliza con su knock out de realidad. 

Y como yo no dejo pasar ocasión para citar al gran Chava Flores, pongamos de fondo para estas líneas, su icónica canción de El retrato de Manuela, que además de ser una historia de amor que la foto unió a Manuela y Fidel el albañil, también es la crónica del oficio de antaño con su: “click click, click, ¡señorita se movió!”

Hoy, una de las muestras de cariño más sencillas, puede ser justo enviar una selfie al ser amado, así, eficiente en un “guats” para recibir el piropo inmediato. 

Pero antes de la era digital, sí lo pensamos, debió haber sido un acto dificultoso. Entre la planeación, la producción y el requerimiento del ya casi en desuso estudio fotográfico profesional, el camino del retrato, autorretrato hasta la selfie actual, se llevó toda la paciencia del papel emulsionado.  

El placer de escudriñar la intimidad del cuerpo humano desprovisto de ropas, es inherente al ser humano y la fotografía desde su invención ha fungido como ese agujero a través de la puerta al que llamamos “ojo mágico” haciendo visibles las fantasías eróticas desde aquellos primeros artistas como Serge Nazarieff. Fotografías de la belle époque que hoy son postales congeladas en el tiempo, pero que despiertan los mismos deseos sobre la piel.

POR CYNTHIA MILEVA   

CYNTHIA.MILEVA@HOTMAIL.COM 

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