COLUMNA INVITADA

El mundo en 2025

Cada inicio de año, es común que aparezcan análisis sobre las expectativas internacionales para los próximos doce meses, como el famoso “Top Risks Report” de Eurasia Group

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México
Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Cada inicio de año, es común que aparezcan análisis sobre las expectativas internacionales para los próximos doce meses, como el famoso “Top Risks Report” de Eurasia Group, entre muchos otros. En gran medida, estas prospectivas se sustentan en tendencias de largo aliento y, si bien señalan coyunturas emergentes, enfatizan las continuidades estructurales. Esta vez, el cambio parece ser lo predominante.

El 2024 marcó puntos de inflexión profundos en las dinámicas globales, cuyos efectos se desplegarán en 2025. En particular, dos eventos han sido torales.  Por un lado, la victoria de Donald Trump, que no sólo regresará a la presidencia, sino que lo hará ampliamente legitimado y con mayor poder que en 2016. Por el otro, la dramática reconfiguración de Oriente Medio.

En los últimos meses Israel desmanteló las capacidades de Hamás en Gaza y Hezbollah en Líbano, al tiempo que cayó el régimen de al-Assad en Siria. Irán pierde la red de “proxies” que construyó por décadas, y queda muy vulnerable tanto frente a sus adversarios externos como internamente, con sectores de su población que rechazan cada vez más al régimen. Esto podría marcar el inicio de una estabilidad relativa, pero también incentivar a Irán para acelerar su programa nuclear para recuperar poder, y a Israel para atacarlo en consecuencia, lo que podría desatar desde una guerra regional hasta un cambio de régimen en Teherán.

La incapacidad de Rusia e Irán para ayudar a su aliado sirio exhibe también las serias limitaciones materiales y operativas del bloque “anti-occidental”, más allá de su retórica incendiaria. La alianza informal de autoritarismos globales pierde fuerza en Oriente Medio, en favor de una influencia fortalecida de Estados Unidos. Con Israel consolidado como potencia regional y Rusia crecientemente desgastada en su guerra europea, Washington podría reenfocar sus recursos al Indo-Pacífico, en su objetivo estratégico de largo plazo que es contener a China.

De forma más amplia, el retorno de Donald Trump a la presidencia tendrá múltiples reverberaciones: la OTAN deberá adaptarse (que sus socios europeos asuman mayores responsabilidades económicas y militares) o perder relevancia; el multilateralismo, de por sí cuestionado, encarará un EE. UU. a la vez retraído, unilateralista e impredecible.

Por razones más electorales que éticas, Trump no quiere que su país se involucre en conflictos extranjeros; pero esto, que podría parecer positivo, corre el riesgo de dejar un vacío de liderazgo global que siembre problemas a futuro. Por ejemplo, una paz ucraniana basada en excesivas concesiones a Rusia probablemente conduciría a que Moscú, aliviado del esfuerzo bélico y viendo a EE. UU. aislado, empiece a rearmarse para futuras agresiones.

Para México, el segundo mandato de Trump traerá continuidad y cambios. EE. UU. seguirá imponiendo condiciones de política migratoria: una tendencia que ha persistido durante las últimas dos administraciones. Sin embargo, es previsible una relación bilateral más tensa, con mucha más presión en materia de combate al crimen organizado. Eso podría obligar al gobierno a desplegar una estrategia frontal contra las organizaciones criminales, pero también abre el riesgo de crear nuevos focos de violencia, si los esfuerzos son reactivos y no estratégicos.

El 2025 se perfila como un año de transformaciones que definirán el orden global en las próximas décadas. La comunidad internacional tendrá que adaptarse a una realidad en la que las certezas se desvanecen. En ese contexto, México debe tomarse en serio la política exterior y recuperar lo mejor de su tradición diplomática, desgastada y replegada en años recientes. No sólo es una oportunidad conveniente, sino una necesidad práctica.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

DIPUTADA FEDERAL POR MC

@RUIZMASSIEU

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