COLUMNA INVITADA

Misericordia

Su llamado a la reconciliación fue amplificado en las redes sociales, su petición de misericordia para los migrantes y la comunidad LGBTQ incomodó a Trump y a sus seguidores

OPINIÓN

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Daniel Francisco / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Daniel Francisco / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Lo que provocó que el tirano perdiera la tranquilidad y el sueño fueron las palabras. No fue la nueva conspiración de sus enemigos, la crisis económica o sus enfermedades. 

Las palabras lo taladraban, hacían temblar sus pies de barro. ¿Quién se atrevía a criticarlo? Para recuperar la calma ordenó destruir la ciudad de la que provenían las cartas que lo cuestionaban. Palabras convertidas en ejércitos. 

“Ahora mi corazón está sereno y mi cólera se ha apaciguado”, expresó al ver convertido en cenizas el lugar en el que habitó su ferviente detractor. Esta historia la cuenta el premio Nobel de Literatura, Elias Canetti, en su libro La conciencia de las palabras. 

El arranque de la novela Yo El Supremo de Augusto Roa Bastos contiene un relato similar: “Yo el Supremo Dictador de la República. Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República”. Lo que sigue es una persecución contra el autor de esa proclama, porque, como escribe Roa Bastos, “la tinta de los pasquines se vuelve agria más pronto que la leche”.  

En la desmesura del poder siempre hay una rendija, siempre habrá la forma en que una palabra trastoque. La obispa Mariann Edgar Budde lo supo el día que aprovechó la oportunidad de tener entre sus oyentes al líder de Estados Unidos. Su llamado a la reconciliación fue amplificado en las redes sociales, su petición de misericordia para los migrantes y la comunidad LGBTQ incomodó a Trump y a sus seguidores. 

La revista The New Yorker destacó que los “simpatizantes de Trump comentaron que la obispa debería estar en la lista de deportaciones”. Y sí, las palabras horadan, remueven a quien recibe el mensaje. ¿Habrá más líderes de opinión como Mariann Edgar Budde que se atrevan a ejercer la crítica? 

POR DANIEL FRANCISCO
SUBDIRECTOR DE GACETA UNAM
@DFMARTINEZ74

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