MALOS MODOS

Ventajas de la muerte de un escritor

Evidentemente, el Doctor Patán lamenta cualquier pérdida de una vida, no digamos si se trata de la de una persona que ha enriquecido la vida cultural mexicana

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Evidentemente, el Doctor Patán lamenta cualquier pérdida de una vida, no digamos si se trata de la de una persona que ha enriquecido la vida cultural mexicana. Dicho esto, y en un afán de encontrar un rayo de luz en la tiniebla, creo que la muerte de un escritor tiene al menos una ventaja, cierto que menor: alrededor de la misma, florecen, aunque sea efímeramente, sus colegas, que alcanzan una visibilidad que, porque esta vida es injusta y ciega a lo sublime, les está vedada.

Lo habrán notado. Se nos adelanta en el camino un creador, llamémoslo X, y de inmediato aparecen por todos lados textos de una gran generosidad no tanto con él, sino más bien con el que lo firma. Con el amigo-colega-compañero de ruta del hoy ausente, pues. Lo que se llama auto elogios. Claro, hay que saber hacerlo. No es tan a lo bestia. ¿Que el escritor se alejó gradualmente de sus orígenes gongorinos para abrevar en las vanguardias, lo que lo llevó a la consagración? Lo consignas, brevemente, y luego relatas en extenso que fuiste tú el que lo puso en ese camino.

De paso, dejas caer que otro poeta consagrado, digamos O, te dijo un día que la única voz que podía competir con la tuya en esa generación era la de X, que estaba casi en tu nivel. ¿Qué X trabajó en la burocracia cultural? Lo cuentas en dos palabras y luego nos explicas cómo fuiste tú el que lo metió a nómina, cómo lo llevaste de la mano al indispensable apostolado del que promueve a la poesía joven, cómo hiciste de él un editor al servicio del Estado mexicano, con esa visión tuya de que había que llenar los huecos que dejaba la iniciativa privada, y cómo, en los ratos libres, con dos tequilas, lo mandabas, justamente, de Góngora a la vanguardia.

Insisto con mi premisa de arranque: esta dinámica del gremio literario mexicano, lejos de ser condenable, es positiva, porque nos permite enterarnos de lo mucho que han hecho por la cultura mexica personajes que en general viven en el anonimato: el poeta de San Luis que se quedó sin beca a los 75 por los cambios en la política cultural que trajo el Ex Quinto presidente Más Popular del Mundo (y por el que, generosamente, votó); el editor genial que no logra rebasar del todo el umbral de la pobreza porque el repugnante capitalismo te exige vender libros; la dramaturga trans pro Hamás que está en guerra, a un tiempo, con el feminismo y la masculinidad tóxica, pero que curiosamente no detestaba a X, y el bravío y súper musical narrador del norte que no entiende por qué solo vende 223 ejemplares. Vaya, que la muerte, en este contexto, es democratizadora: matas al muerto y asomas, por un ratito, la cabeza. Es conmovedor. El difunto, así, hace un último servicio a los suyos.

En mi caso, y sin dejar de celebrar estos usos y costumbres, confieso que soy más de homenajes en vida. Por si ocupan.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ