La frase que mejor resume lo que atestiguamos ayer con Donald Trump regresando a la presidencia de Estados Unidos (EU) es que asistimos a un verdadero “cambio cultural” en Occidente.
Un cambio que implica el fin de las políticas basadas en la hipócrita colaboración indiscriminada entre Estados, y la masificación de los supuestos derechos de las minorías —todo ello disfrazado de aparente democracia—; para ahora dar paso a la autenticidad en ese gobierno: se legisla y se ejecuta lo que le conviene a ese país, y se dice de frente. Ese es Trump, y con ese atributo tendremos que lidiar en México.
Ayer se reportaba en EU que, a diferencia de 2017, apoyar a Trump ya no es motivo de vergüenza, sino de orgullo ciudadano. Es una transformación fundamental, que refleja la esencia de la nueva sociedad en ese país.
Donald Trump y la nueva “Era Dorada de EUA” pueden convenirnos mucho en México, si la presidenta Claudia Sheinbaum lo aprovecha.
Pero ese no puede ocurrir si México se instala en posición de víctima.
Es una posición que no construirá nada, sino que permanentemente nos pondría a la defensiva y en desventaja.
Enfatizar cotidianamente que no somos una colonia, que no nos subordinaremos, o que nadie pisoteará nuestra soberanía hace exactamente eso: situarnos en posición inferior.
Las cuatro implicaciones más inmediatas y relevantes para México que Trump delineó desde su juramentación como presidente — (1) el envío del Ejército a la frontera con México; (2) la designación de los cárteles como organizaciones terroristas; (3) la amenaza permanente de imponer aranceles; y (4) el cambio de nombre del Golfo de México- son efectivamente una afrenta a nuestro país; pero en ningún caso deben ser vistas como una amenaza directa a nuestra soberanía.
Poco vamos a lograr si lo tomamos así. De hecho, más nos convendría, en las primeras tres, colaborar: ordenar aquí la migración que atraviesa por México; recuperar el territorio tomado por los cárteles; y abrazar en definitiva el comercio con Norteamérica. Y lo del Golfo no es más que un elemento nominativo; casi puramente estético e irrelevante.
Eso sí, queda la incógnita de si el gabinete de Sheinbaum tendrá la imaginación para jugársela con Trump, por así convenirnos, dejando atrás el papel de víctimas mancillados que a muchos agrada asumir en México.
Lo veremos en estos días.
GRUPO SALINAS
Muy oportuno el patrocinio principal de Grupo Salinas en el encuentro de hispanos en Washington, donde mil 700 líderes, empresarios y autoridades refrendaron el compromiso de solidificar la relación entre México y Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Presidencia. El Grupo resaltó la aportación que hacen sus empresas, como Purpose Financial, que ha resultado fundamental para cientos de miles de clientes que envían remesas a México.
POR: CARLOS MOTA
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