Hoy toma protesta Donald Trump como presidente de Estados Unidos para un segundo periodo. El personaje ha sido un escándalo de principio a fin.
Es un convicto, tramposo, soberbio, mentiroso, narcisista, acosador sexual, insulta a todo mundo a la primera oportunidad, descalifica a sus oponentes, y sus propuestas de campaña son siempre engañosas.
Por si algo faltara, trató de robarse la elección presidencial de 2020, cuando perdió contra Joe Biden. Una turba de manifestantes, partidarios de Trump e impulsados por él, asaltaron el Capitolio de Estados Unidos, en una especie de autogolpe de Estado, para intentar, a como diera lugar, quedarse con el poder.
Pero ahora ganó, y ganó contundentemente, y yo creo que la razón es que los estadounidenses están hartos de las políticas “progresistas” de los demócratas. Muchos ya no toleran a la izquierda “woke”, esa ideología que ha predominado en los últimos años en ese país.
Prácticamente la mitad de las mujeres votaron por Trump, siendo considerado por la gran mayoría como un misógino. Casi la mitad de los latinos votaron por él cuando ha llenado sus propuestas de políticas antihispanos. Y votaron por él la mitad de los jóvenes, que son supuestamente los votantes más liberales.
En los últimos años, los movimientos de izquierda conocidos como “woke”, han ido ganando mucho terreno. Defienden lo políticamente correcto y promueven agendas antirracistas, feministas, de igualdad de género, etc. El problema es que han llegado a absurdos inaceptables para muchos ciudadanos. Aquí algunos ejemplos.
Kristin Crowley fue nombrada jefa de los bomberos de la ciudad de Los Ángeles gracias a las políticas de equidad e inclusión, es decir, por una cuota, no por mérito. Luego de los incendios de los últimos días llegó el escándalo. La presentadora Megyn Kelly comentó: “para la jefa de bomberos de Los Ángeles, llenar los hidrantes de agua no es su prioridad, sino la diversidad”.
Por cierto, una de las primeras acciones de la jefa de bomberos al llegar a su encargo, más allá de garantizar el agua, fue pintar los hidrantes del color de la bandera gay. Obviamente en nada sirvió eso para detener el fuego.
Kimberly Cheatle era la jefa del Servicio Secreto de Estados Unidos cuando el candidato presidencial republicano Donald Trump sufrió un atentado en su contra en un mitin de campaña en Pensilvania. La directora renunció días después por las protestas que se generaron por el fracaso de su gestión. No tenía las cualidades necesarias para el cargo, había llegado al puesto gracias a las políticas de equidad de género.
El equipo de la NFL de la ciudad de Washington tuvo que cambiar de nombre porque se consideró, de repente, que llamarse “Pieles Rojas” era racista. Igual pasó con el equipo de beisbol de la ciudad de Cleveland, que fue obligado a cambiar de nombre porque llamarse “Indios” empezó a ser visto como discriminatorio.
Para nada sorprende, pues, que Donald Trump haya llegado de nuevo a la Casa Blanca. Los extremos ideológicos, y totalmente absurdos, de los últimos años, tienen ya saturados a los estadounidenses. Y es que todo tiene un límite.
Este fin de semana Trump anunció las acciones de su primer día: sacar a los hombres (trans) de los deportes femeniles y revocar los tratamientos transgénero a los menores de edad. Y pues la mayoría de sus ciudadanos están contentos.
POR HOMERO NIÑO DE RIVERA
DIPUTADO FEDERAL
EEZ