Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, México enfrenta uno de los mayores desafíos en su relación bilateral ante la posibilidad de una deportación masiva de connacionales.
México tiene 39 municipios fronterizos con Estados Unidos, distribuidos así: Baja California (5), Sonora (9), Chihuahua (11), Coahuila (8), Nuevo León (1) y Tamaulipas (5).
En primera línea de esta crisis potencial, los estados y municipios fronterizos anunciaron acciones titánicas para fortalecer su capacidad de respuesta. Gobernadores de todos los partidos y la clase política de diversos colores han cerrado filas con la presidenta Claudia Sheinbaum, dejando de lado rivalidades, en un acto de unidad nacional frente a esta amenaza externa.
Municipios como Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Reynosa y Matamoros, entre otros, se preparan ante la posibilidad de una oleada masiva de deportaciones. La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, ha anunciado la creación de 25 nuevos albergues con capacidad para recibir a más de 60 mil deportados. Estos espacios, equipados con servicios médicos, asesoría legal y apoyo psicológico, buscan prevenir un colapso humanitario.
En Tamaulipas, Chihuahua y Coahuila, la estrategia es similar. Se habilitaron centros de atención temporal, y se han solicitado recursos extraordinarios para contener la llegada masiva de personas. En Sonora, el gobernador Alfonso Durazo informó sobre una estrategia conjunta con los municipios para implementar un sistema de registro inmediato que permita a los deportados recuperar documentos, identificar a familiares y, si es necesario, ser reubicados en otras regiones del país.
La amenaza de deportaciones masivas no sólo ocasionará una crisis humanitaria, también es una estrategia política de Trump para presionar a México en temas como el combate al narcotráfico y el comercio. Ante ello, la presidenta Sheinbaum ha mantenido un discurso firme, asegurando que México no permitirá ningún tipo de subordinación. Desde Palacio Nacional ha reiterado que, aunque se busca una relación respetuosa con Estados Unidos, no se aceptarán imposiciones que vulneren la soberanía nacional.
Por su parte, los gobernadores han exigido que el gobierno estadounidense proporcione información detallada sobre sus planes de deportación, algo que hasta ahora no ha sucedido. En cualquier escenario, la incertidumbre es el peor enemigo.
La presidencia de Claudia Sheinbaum ha encontrado un catalizador inesperado en Donald Trump, reforzando la cohesión interna y recordando que, cuando se trata de la dignidad nacional, no hay espacio para la división.
La frontera está en alerta, y se requiere más allá de voluntades y discursos.
Nos vemos a las 8 por el 8.
POR SOFÍA GARCÍA
COLABORADORA
@SOFIGARCIAMX
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