MIRANDO AL OTRO LADO

Lo que Marco Rubio dijo…

La Presidenta Sheinbaum respondió con un categórico: “Le tomamos la palabra”. Fue la reacción de Sheinbaum a una frase de Marco Rubio

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de México
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Presidenta Sheinbaum respondió con un categórico: “Le tomamos la palabra”. Fue la reacción de Sheinbaum a una frase de Marco Rubio, futuro secretario de Estado, durante su comparecencia de confirmación ante el Senado de los Estados Unidos. Rubio había dicho que lo preferible era trabajar con el gobierno de México para resolver los problemas que había previamente enumerado. ¿Pero, qué se dijo antes de esa frase que provocó la respuesta entusiasta de la mandataria mexicana?

Para saberlo, hay que escuchar toda la comparecencia de Rubio, que duró cerca de 5 horas, hablando de temas internacionales y no sólo referente a México. El telón de fondo de la discusión durante la comparecencia fueron las referencias y preocupaciones por la relación de Estados Unidos con China y las guerras en Ucrania y Medio Oriente. Rubio estableció, claramente, que sabe que China “llegó para quedarse”.

Reconoce su fuerza económica, política y, crecientemente, militar. Considera que es un adversario desleal en cuanto a las conductas internacionales establecidas en materia de competencia económica. El Estado chino utiliza fuerza de trabajo, a veces esclava, para producir y vender productos en el mercado mundial a precios rebajados, ignorando medidas medioambientales, de seguridad e higiene en la elaboración de sus productos.

Afirmó que el Estado chino utiliza el espionaje electrónico para robar datos y tecnologías de otros países, notoriamente de Estados Unidos, para avanzar y desarrollar su capacidad industrial. Lo más importante para Rubio es que China encabeza, junto con Rusia como socio junior, el esfuerzo por consolidar un bloque de países opuesto al modelo político liberal y democrático de Occidente.

Los países aliados con China y Rusia son naciones como Irán, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y, anteriormente, Siria. Algunos países africanos ya son integrantes de este bloque de países. Se distinguen por tener gobiernos entre autoritarios hasta dictatoriales, como signo de su comunalidad.

A partir de estas consideraciones, un interés central de Rubio es la situación en América Latina y, muy especialmente, México. Reconoce la importancia de la economía mexicana y su importancia para el mercado interno estadounidense. Pero considera que su gobierno afronta dos problemas centrales con México: el narcotráfico y el incumplimiento con los principios del T-MEC.

Si bien se mencionó el tema migratorio, fue tangencial. Rubio fue muy claro al decir que sí considera a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Lo dijo varias veces:”...estos grupos terroristas…”, refiriéndose a los cárteles. Pero también advirtió: son organizaciones transnacionales y, por tanto, es necesario evaluar si la declaratoria como grupos terroristas ayuda o complica su persecución a nivel global. Reafirmó que los cárteles ocupan franjas territoriales importantes en México, incluso sobre la frontera con Estados Unidos.

Y en ese contexto es que vino la reflexión más importante sobre los cárteles. Dejó en claro que la decisión de combatirlos está establecida. Ese combate se llevará a cabo, pase lo que pase, por ser un compromiso “del gobierno del Presidente Trump” con la sociedad estadounidense. Y estableció, ante pregunta expresa, que Estados Unidos podría contemplar acciones unilaterales dentro de México, pero que él prefería que “fuera de común acuerdo y en colaboración con el gobierno de México”.

Fue ante ésta frase que reaccionó la Presidenta Sheinbaum, diciendo “le tomamos la palabra”. Pero como el teléfono descompuesto es un juego tan común entre México y Washington, es importante aclarar que es probable que no estén hablando de lo mismo.

Rubio está hablando de colaboración para combatir activamente al crimen organizado, como lo hacía Estados Unidos conjuntamente con México en otros sexenios, con presencia de sus agentes y servicios de inteligencia, incluso integrados con la Marina y posiblemente el Ejército mexicano, dentro del territorio nacional.

Sheinbaum no parece estar pensando en esa colaboración, sino en otra. AMLO, la sombra negra detrás de toda la conversación mexicana, cambió la Ley de Seguridad Nacional para poder excluir a todas las agencias de Estados Unidos de su presencia en territorio nacional.

Y así fue: DEA, CIA y otras agencias esencialmente dejaron de operar en México durante el sexenio de AMLO.

¿Acaso después del famoso documento intimidatorio de AMLO a Sheinbaum, donde establece que cualquier política distinta a la suya en materia de seguridad será considerada como una traición al movimiento de transformación, la Presidenta se atreverá a ese diálogo que le ofreció Rubio en su comparecencia? Es muy difícil imaginar que la Presidenta pueda avanzar por la ruta de colaboración que le ofrece Marco Rubio.

De no existir esa colaboración, lo que obviamente se abre es la ruta de las acciones unilaterales, como lo que presenciamos con la extracción del Mayo Zambada de Sinaloa. Ese evento ocurrió así por la terquedad de López Obrador de negarse a actuar conjuntamente con Estados Unidos en acciones contra los cárteles.

Ahora el expresidente y los suyos tiemblan por lo que pudieran revelar los líderes de cárteles en Estados Unidos. Pasan de la euforia del poder al temor a la justicia. Rubio abordó el otro asunto que le preocupa a su país con relación al T-MEC. Hizo un comentario genérico, pero con relación a México.

Dijo: ”No entiendo porque les tenemos que permitir a empresas de otros países operar con toda libertad en nuestro país, cuando sus gobiernos restringen indebidamente la libertad de inversión y actividad legal de nuestras empresas en sus países”.

Con esa frase, estableció la premisa central del alegato del gobierno de Trump para llevar a cabo la renegociación y/o cancelación del T MEC. Desde muchos círculos económicos y políticos de Estados Unidos, han expresado su malestar por lo que consideran es el incumplimiento mexicano con los acuerdos asumidos en el T-MEC. El querer excluir sectores de la economía mexicana de la libre inversión de capitales canadienses y estadounidenses es una fuente de malestar permanente.

El restringir la inversión en sectores como la minería, el sector petrolero, la industria eléctrica, médico-electrónica y sectores agrícolas como el maíz, ha despertado llamados a la retaliación contra industrias mexicanas. Hasta ahora no han pasado de expresiones públicas de inversionistas, protestas en el Congreso y reclamos en reuniones del T-MEC.

Pero ya existe el sentimiento de que ya no puede seguir la situación actual y que es necesario tomar medidas más drásticas. El tiempo se acaba para las tolerancias y ambigüedades.

En el contexto del nuevo gobierno de Trump, más poderoso y definido programáticamente que el anterior, México está enfrentando decisiones difíciles y existenciales.

¿Tomará partido por el bloque de países democráticos aliados de Estados Unidos o será aliado de regímenes autoritarios de China, Cuba y Venezuela, con todo lo que entraña esa decisión en materia de hostilidad económica y política?

¿Se coordinará con Estados Unidos en materia de combate al narcotráfico o seguirá la ruta de AMLO de “abrazos, no balazos”?

¿Se allanará plenamente a las reglas del T-MEC o escogerá la ruta de reducir la relación económica con América del Norte?

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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