Con mucha frecuencia se dice en los corrillos políticos: el problema de México no es el gobierno ni el predominio absoluto de Morena; la deficiencia mayor es la inexistencia de una verdadera fuerza opositora y la extrema debilidad de los partidos políticos aún con registro.
Ninguno tiene una idea, no hay en el ideario de esas organizaciones siquiera una base para arrancar de ahí un programa capaz de sustituir con mediana lógica la munificencia dispensadora de dinero sobre cuya realidad Morena gana elecciones, independientemente de sus reales o imaginarios resultados administrativos y de gobierno.
Además, en lo social, los opositores no tienen fuerza ni capacidad de convocatoria. Mucho menos si hacen alianzas fugaces con los antes subvencionados órganos de la sociedad civil. Un ejemplo de este fracaso fue la llamada Marea Rosa, cuya pleamar jamás se logró y no alcanzó movilizaciones importantes, ni siquiera sumando todas las ciudades y plazas donde fue convocada, mientras Morena, con el auxilio de los Servidores de la Nación (pagados con fondos públicos) y otros promotores desde las oficinas de gobierno, avanzaba a lo largo del sexenio, hasta lograr 50 millones de visitas en todo el país.
Visitas, no likes, en la Internet.
Los escasos espacios donde los gobiernos tienen una bandera distinta (Coahuila, Aguascalientes, Chihuahua, Querétaro, Guanajuato, Durango y Nuevo León) carecen de empuje real. Quizá puedan hacer de cuando en cuando una declaración medianamente autónoma, pero su deseo profundo (y a veces visible), es subirse al carro de la Presidenta vencedora. Pero con la compostura de una hipócrita limpieza facial.
Y, ¿quién lo diría?, Donald Trump les ha venido a resolver el dilema: la oposición aliada.
También les dio agua y jabón para asearse los carrillos y limpiar la frente, porque ahora, con el pretexto de la patria amenazada, pueden lamer los pisos por donde la Presidenta (con A) va a caminar, y agotarse en elogios ante la actitud nacionalista, digna y patriótica de la jefa del Ejecutivo.
El mejor escenario fue la reciente reunión plenaria con alcaldes y gobernadores. Histórica, le llamaron. Y sí.
“…El gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri (PAN), consideró: tenemos la obligación de tener (sic) la estatura para apoyar a la República…”
El gobernador (¿?) de Nuevo León, Samuel García (MC), pidió “cerrar filas y estar más unidos que nunca”. Esteban Villegas (PRI, Dgo.), concluyó: “Cuente con nosotros, Presidenta, para seguir defendiendo la soberanía de nuestro país”.
—¿Cómo defenderá Villegas la soberanía de la Patria? De seguro echará bombas de alacrán sobre Mar-a-Lago.
Y en ese mismo tono se pronunciaron —con el pecho inflado, en el mejor estilo de Juan de la Barrera— los alguna vez opositores a la señora Sheinbaum. Se acabó.
POR RAFAEL CARDONA
COLABORADOR
@CARDONARAFAEL
MAAZ