Claudia Sheinbaum en el Zócalo, su actitud, su discurso, la concurrencia vitoreante que colmó la gran plaza capitalina, protagonizaron el domingo 12 de junio el empoderamiento de la primera Presidenta de México.
Es un empoderamiento sin parricidio político, porque la Presidenta se reconoce como continuadora de un proyecto, la Cuarta Transformación (4T), creado por Andrés Manuel López Obrador, a quien elogia filialmente. Sólo la miopía política puede insistir en la obsesiva especie de títere y titiritero, sin percibir que la lealtad de la mandataria al expresidente y a la 4T fortalece el sustento ideológico y popular de un proyecto exitoso.
Ese día, ante la multitud clamorosa, creció la apropiación de Sheinbaum sobre el liderazgo del gobierno y de la 4T. Para poseer ese liderazgo, no basta ganar una elección ni siquiera en forma tan contundente como la de junio de 2024 y tampoco asumir la Jefatura del Estado ni alcanzar niveles muy altos en las encuestas.
Todo ello contribuye al liderazgo, pero no lo es todo. Es menester, además, ofrecer resultados, movilizar multitudes, presentar proyectos viables, asumir desafíos sin arredrarse ante el tamaño del adversario. Y este conjunto lo vimos y oímos el domingo. Cien días después de asumir Claudia Sheinbaum el poder formal, aumentó su apropiación del poder real.
Me detengo en los principales resultados expuestos;
El primero es la materialización del llamado Plan C, que implicó reformas constitucionales de gran calado, en particular la reforma judicial. Esta conlleva una audaz apuesta por acercar la realidad al ideal de justicia pronta y expedita inscrito en la Constitución. Si se logra como quieren sus promotores o fracasa como auguran la oposición y gran parte de la comentocracia, sólo podrá saberse a futuro. Resulta inobjetable, eso sí, la necesidad de emprender en un futuro próximo una reforma para eficientar la procuración de justicia.
El segundo resultado se vincula a los tres nuevos programas sociales que ya están en ejecución, en su etapa preliminar: apoyo a mujeres de 60 a 64 años; el programa Salud casa por casa, y la beca Rica Cetina que beneficiará a 5.6 millones de alumnos de secundarias públicas. Unidos a los implantados durante el sexenio de AMLO, el conjunto implica una inversión en derechos sociales por 835 mil millones de pesos, cerca de 2.5 puntos del PIB.
Además de atender las causas de la violencia delincuencial, como postulaba el gobierno anterior, la nueva estrategia encabezada por Omar García Harfuch (SSPC) ha tenido avances significativos: entre septiembre y diciembre de 2024, los homicidios dolosos disminuyeron 16%, las lesiones por arma de fuego 20% y los robos con violencia 5%. Sin dejar de reconocer los buenos resultados, convendría abrir un compás de espera, para ver cómo evoluciona el éxito inicial, porque en los primeros meses de otros sexenios hubo avances, pero la violencia, los muertos y los delitos empeoraron después.
PLUS DIGITAL: MIGRANTES Y FRENTE EN ALTO
En el evento por sus cien días al frente del Poder Ejecutivo, Claudia Sheinbaum reiteró que el actual es tiempo de mujeres, se manifestó contra el racismo, el clasismo y el machismo, y elogió a los migrantes mexicanos.
Los migrantes que trabajan en Estados Unidos enviaron a sus familias, en 2024, cerca de 65 mil millones de dólares, pero -recordó la mandataria- esta cantidad representa sólo el 20% de los recursos que esos mismos trabajadores aportan a la economía estadounidense en consumo, ahorro e impuestos.
Después de tal reconocimiento, al hablar la Presidenta de la relación con Estados Unidos, en la cual resulta inevitable enmarcar las amenazas de deportaciones y aranceles hechas por Donald Trump, vino el momento más emotivo de la gran concentración en el Zócalo.
La relación entre México y Estados Unidos -señaló Sheinbaum- será buena, respetuosa y prevalecerá el diálogo, con base en el humanismo mexicano y la fraternidad. “Eso sí -precisó-, siempre tendremos la frente en alto. México es un país libre, independiente y soberano. Y como lo he dicho, nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”.
Y el Zócalo gritó entonces: “México, México”, “Presidenta, Presidenta”.
Y sí, el delincuente convicto y próximo presidente de Estados Unidos deberá tener presente que en México hay Presidenta (con A y con mayúscula) y un pueblo que la respalda y pondrá pausa a sus desavenencias cuando sea menester afrontar las destemplanzas, bravatas y acciones contra México, vengan de donde vinieren.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM
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