COLUMNA INVITADA

Reencontrarnos con la pluralidad

Cerca de 15 solicitudes para conformar nuevas fuerzas políticas se han registrado ante el Instituto Nacional Electoral (INE) en el primer mes del año. No es un tema nuevo ni tampoco atribuible a la “famosa transformación”

OPINIÓN

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Adriana Dávila / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México
Adriana Dávila / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La esencia de la democracia sin duda se soporta en el respeto irrestricto a la pluralidad. En un país con tantas formas de pensamiento, la pluralidad se convierte en un valor único que poco a poco se ha ido perdiendo, ante la imposición de modelos unilaterales que pretenden imponer formas de pensar y someter el pensamiento.

Cerca de 15 solicitudes para conformar nuevas fuerzas políticas se han registrado ante el Instituto Nacional Electoral (INE) en el primer mes del año. No es un tema nuevo ni tampoco atribuible a la “famosa transformación”. Este interés por la creación de partidos políticos, sin embargo, se hace más visible por la pretensión de que un partido único se mantenga, por largo tiempo, en el poder.

A lo anterior hay que sumarle la falta de democracia interna y el candado de las reglas de autodeterminación de los partidos, que concentran cada vez más poder en sus dirigencias, lo que pone en enorme desventaja a sus militancias, que no dejan de ser ciudadanos queriendo ejercer sus derechos político-electorales.

Morena ha planteado que quiere ser el partido más grande del mundo. ¿La medida? El número de afiliados que tiene como meta: 10 millones. Más allá de la cifra, la intención del oficialismo es hacer creer a los mexicanos que hay un “enorme cariño” del pueblo hacia ellos, tal y como lo hacen los populistas en el mundo.

La narrativa engañosa ahuyenta, además, el interés en la política de quienes no militan en los partidos y debilita a las oposiciones, que tal parece se empeñan en repetir los mismos patrones que los han llevado a fracasar una y otra vez. Al igual que en la continuidad de “la transformación”, observamos la continuidad de la oposición.

La tendencia mundial en la política electoral es la lucha permanente entre las llamadas “izquierdas y derechas”; el reciente triunfo de Donald Trump lo confirma. La narrativa pública para ganar adeptos se centra en quien ofende más al que piensa diferente. La política del exterminio ha tomado relevancia y México no es la excepción.

Siempre he planteado que si algo hay que reconocerle a los gobiernos del PAN es el respeto a la pluralidad. Poco se dice, pero durante los sexenios panistas, las voces disidentes fueron escuchadas, las distintas visiones fueron respetadas e incluidas y, para muestra, algunos “botones políticos”, como la creación del Instituto Nacional de las Mujeres y la reforma más importante en materia de derechos humanos del primero constitucional, que fueron impulsadas por voces diversas y encontraron eco en los gobiernos azules.

Diversos miembros morenistas “destacados”, antes perredistas y priístas, participaron activamente en dichas propuestas y encontraron en nuestros gobiernos, el espacio para el diálogo y la construcción de acuerdos para el bien común. La historia hoy es distinta: el rechazo a quienes pensamos distinto es automático y la exclusión también.

Por eso, ante la intención de no pocos actores de armar sus partidos políticos, hay muchas preguntas que deberíamos hacernos:

¿Quiénes están dispuestos a escuchar y respetar las voces críticas y libres?

¿Quiénes le apuestan a generar política pública para todos?

¿Quiénes, además de la denuncia, serán capaces de plantear soluciones a los grandes y graves problemas que tenemos?

¿Quiénes están dispuestos a asumir su responsabilidad ante la Nación, sin usar al pasado -del que por cierto muchos han sido parte- como pretexto para no cumplir?

¿Podemos en México, a través de alguno de estos proyectos que están por nacer, apostarle al respeto a las instituciones, a la eficacia y no a la popularidad?

¡Esperemos que sí! Ojalá, por el bien de las nuevas generaciones y de todos los que habitamos este país, podamos reencontrarnos con la pluralidad, la democracia y el respeto a los demás. ¡Nos lo merecemos!

POR ADRIANA DÁVILA

POLÍTICA Y ACTIVISTA

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