APUNTES DE GUERRA

¿Un nuevo Trump?

Ya demostró que tanto los juicios políticos como los civiles y penales le hacen lo que el viento a Abraham Lincoln

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Dentro de una semana, Donald Trump asumirá por segunda ocasión la presidencia del que es todavía el país más poderoso del mundo, y el mundo entero aguarda con una mezcla de miedo, aprehensión o sorna. Sea cual sea su estado de ánimo al respecto, querido lector, estoy seguro de que su llegada no lo tiene indiferente.

Dentro de las distintas apreciaciones y anticipaciones acerca de su llegada, están las de quienes opinan que como ya lo conocemos, ya sabemos cómo tratar con él. Esta corriente de pensamiento, que no es exclusiva de México, es la más optimista, por llamarla de alguna manera, pero también la más ilusa. Y es que el Trump de 2016 no podría ser más distinto a éste que ahora llega.

En primer lugar, el Trump de hace ocho años llegó sin tener la más remota idea del funcionamiento de Washington, con una abstracta promesa de “drenar el pantano” y sin un mandato claro en su propio equipo de trabajo y su muy dispersa agenda. Ese Trump se topó con las realidades de la burocracia, con un poder judicial a la defensiva, medios de comunicación combativos y decididos a ponerle diques, controles y contrapesos.

En esta ocasión, como pudo verse desde la campaña y sobre todo en el periodo de transición, Trump reclutó a un equipo de sólidos operadores políticos, unos más ideologizados que otros, pero todos tocando la misma tonada, en la misma dirección y bajo el control de una Jefa de Oficina -Susie Wiles-, que ya demostró sus aptitudes organizativas y de disciplina interna.

En lo que toca al Poder Judicial, hay diferencias significativas: Trump tiene una cómoda mayoría conservadora en la Suprema Corte (en su primer periodo pudo colocar a tres ministros, que en EU son vitalicios), además de que ya demostró que tanto los juicios políticos como los civiles y penales le hacen lo que el viento a Abraham Lincoln. Este Trump, el primer criminal condenado en llegar a la Casa Blanca, ya está curtido.

El Trump anterior tenía una visión de un EEUU nativista, proteccionista y aislacionista. Eso limitó, y mucho, el daño en el escenario internacional. Ahora parece haber leído un poco más de historia, y si bien sus fuentes son claramente equívocas, ya se enamoró del periodo del EEUU expansionista e imperialista: de ahí esta aparente obsesión por la expansión territorial que a algunos causa gracia pero que en realidad debería preocuparnos, y en serio: guiado en buena parte por Elon Musk y sus teorías conspiranoicas (Musk es el mejor ejemplo del que se cree sus propias fuentes), el nuevo Trump parece decidido a intervenir alrededor del mundo.

No sólo es Groenlandia, Canadá, el Canal de Panamá o renombrar el Golfo de México, ojalá. Musk ya se metió de lleno a las campañas electorales europeas, apoyando abiertamente a partidos de extrema derecha o, como en el caso de Alemania, con probables vínculos neonazis.

Este es el nuevo Trump: más leído, más curtido, más enfocado y mucho mejor organizado. El bufón de 2016 ya no lo es, y ahora ya no da risa, sino pavor.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

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