Decir que Venezuela está en crisis parece de una obviedad abrumadora. Políticamente está tanto o más dividida que nunca, con un gobierno que dice ser popular, pero se siente obligado a encarcelar más, a reprimir más, a amenazar más.
Más de siete millones de los 30 millones de venezolanos dejaron el país los últimos años y está en lo posible, para no decir probable, que otros muchos sigan en esa hemorragia interminable que afecta ya a América Latina.
Y no debería ser así. Venezuela es un país que está entre los que tienen las mayores reservas petroleras del mundo, con una riqueza mineral enorme y llanuras fértiles y bien regadas.
Pero es un país demolido por un aparato político depredador, represor, corrupto, que aún vive de la herencia que dejó quien a gustar o no fue una gran figura política, Hugo Chávez, y trata de mantenerse a base de un régimen distributivo de riquezas que no existen mientras la economía aún está orientada a la exportación de materias primas, pero enfrenta más de 50 por ciento de desempleo.
El argumento fácil es que Estados Unidos, el hegemón regional, trabaja en su contra. Y suena bien. Pero eso no cuenta por el creciente aislamiento del gobierno venezolano, incluso respecto a gobiernos de izquierda moderada, como Chile, Brasil o Colombia.
En julio del año pasado hubo elecciones y el presidente Nicolás Maduro proclamó su reelección. Pero al tomar posesión para un nuevo periodo de gobierno, no solo sigue sin presentar pruebas de su victoria mientras la oposición divulgó actas que mostraron su triunfo en más de 80 por ciento de las casillas.
El autoproclamado presidente electo legítimo, Edmundo González, se asiló en España, pero su familia en Venezuela es ahora hostigada por el régimen. Con todo, hace un recorrido por varios países de la región y la lideresa opositora María Corina Machado encabezó en Caracas una manifestación multitudinaria de protesta contra Maduro.
En otras palabras, es un régimen espurio. Pero tiene el poder militar y de sus militantes. El régimen madurista ya ofreció recompensa por información que lleve al arresto de González y declaró "persona non grata" a algunos exmandatarios latinoamericanos que se manifestaron por el candidato opositor, como los mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón.
Un buen número de países tiene al régimen venezolano a distancia desde los ya mencionados Brasil, Colombia y Chile a naciones como Argentina y su régimen derechista, la Unión Europea, Canadá o Estados Unidos.
México –creo infortunadamente– está entre los países que decidieron mantenerse al margen, mientras la izquierda regional parece cada vez más dividida entre quienes creen que "la dictadura de la democracia a modo" y aquellos que proclaman el respeto al voto y la democracia.
Pero Maduro se queda, como dictador, pero a costa de los venezolanos y la izquierda democrática latinoamericana.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE
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