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Un voto define a un país

La decisión de una sola persona puede definir la orientación judicial de una nación de casi 130 millones de habitantes, cuyo futuro se vería afectado de manera irreversible si cae de un lado o del otro de la balanza

Un voto define a un país
Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

No es una exageración: el partido cuyo sistema social de asistencia perpetua y extendida a muchos sectores de la población pudo juntar 35 millones de votos en las recientes elecciones, puede ver caer su Reforma Judicial (síntesis del pensamiento ahorrativo, austero, redistributivo, anti corruptor y demás) por un solo voto.

La decisión de una sola persona puede definir la orientación judicial de una nación de casi 130 millones de habitantes, cuyo futuro se vería afectado de manera irreversible si ese voto cae de un lado o del otro de la balanza.

Si Borges descreía de la democracia y la llamaba, “esa extraña forma de la estadística”, la IV-T, se juega su legado de apoderarse del Poder Judicial y la Constitución de paso, a una sola carta. O, mejor dicho, a un solo voto.

Sería justicia poética para quienes no creen en la justicia humana o al menos no en la del actual sistema, cuyos defectos no se corrigen con la modificación constitucional ahora en polémica nacional originada sin reales causas, más allá del encono presidencial por tres agravios imperdonables contra su augusta persona, entre otras obsesiones enfermizas, como todas.

A saber:

La negativa de limitar los salarios en la Suprema Corte, con él como referencia y límite; la actuación de Tribunal Constitucional cuando el desafuero del entonces jefe de Gobierno del D.F., para evitarle la carrera presidencial y —después— el desprecio de Norma Piña, presidenta de la SCJN, ostentado en su sedente condición en el Teatro de la República en Querétaro, cuando no quiso levantarse en honor a quien la había ofendido públicamente.

Esas circunstancias le dieron la furia. No la razón. Todo lo demás son recursos envolventes.

Treinta y cinco millones de votos, con apoyo en los programas socio-electorales, no agregaron hasta ahora el miligramo en la balanza para decidir una Reforma Judicial demagógica, inviable, electorera y destructiva de la especialización de juzgadores y demás integrantes de un pilar democrático en el modelo de la República con separación de poderes.

Hoy se vive el pleito a dentelladas en el Senado. La persecución, el amago, la utilización del fisco, el soborno para complementar la compra de traidores.  

No hay poder en la tierra capaz de frenarnos, ha dicho facciosamente el presidente del Senado. Pura baba. Tampoco debe sorprender la revelación sobre la urgencia de esta reforma: un obsequio al presidente L.O. con el cual coronar su frente de laureles en el último tramo.

No nos faltan 43 en este caso. Les pasaremos lista. 

Están ahí, y si ninguno de ellos traiciona su responsabilidad, la mitología de la IV-T se derrumbará, como sucede con un edificio cuando las cariátides se arrodillan.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ

 

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