MUJERES EN LA HISTORIA

Dorothy Crowfoot Hodgkin

Todos sabemos que la penicilina es un antibiótico que se utiliza para combatir infecciones

OPINIÓN

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Gerardo Laveaga / Mujeres En la Historia / Opinión El Heraldo de México
Gerardo Laveaga / Mujeres En la Historia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Todos sabemos que la penicilina es un antibiótico que se utiliza para combatir infecciones; que la carencia de la vitamina B12 provoca anemia y que la insulina es una hormona que regula la glucosa en la sangre.

Pero Dorothy Crowfoot Hodgkin (1910-1994) quería saber más. Quería saber de qué estaban hechas la penicilina, la vitamina B12 y la insulina. Sólo así podría comprenderse la forma en que actuaban y, eventualmente, fabricarse de manera artificial.

Su madre, a quién no se le permitió estudiar medicina, despertó en ella su interés por la ciencia. Le hizo leer las conferencias de William Bragg, donde éste explicaba cómo, a través de estructuras cristalinas, podían “verse” átomos y moléculas.

Dorothy decidió entonces que dedicaría su vida al estudio de la bioquímica y los cristales: a conocer qué lugar ocupaba cada átomo en el diseño de cada sustancia. Con uno de hidrogeno aquí y dos de nitrógeno acá, se obtenía una; con seis de carbono y tres de oxígeno… otra.

Durante sus estudios en la Universidad de Oxford, exploró la cristalografía de los rayos X para poder decodificar compuestos a nivel atómico, una técnica poco explorada. En la Universidad de Cambridge, trabajó con John D. Bernal, el científico que había develado la estructura molecular del grafito a través de la cristalografía. Con él aprendió el manejo de los difractómetros. Pero lo mejor de Cambridge fue la oportunidad de convivir con colegas talentosos, de mente abierta, sin prejuicios sobre sexo, raza o religión.

A los 23 años, la Universidad de Oxford la nombró investigadora y, aunque le concedió un presupuesto exiguo, pudo montar su propio laboratorio y conseguir donativos para adquirir difractómetros. Por esa época dio clases y conoció a Thomas Hodgkin, un historiador fascinado con África, con quien se casó.

Crió a sus tres hijos con su magro salario y sin el apoyo de su marido, quien se la pasaba en África. Al nacer el primero de sus hijos, por cierto, tuvo un brote de artritis reumatoide, que acabaría deformándole los dedos.

En 1964, tras descubrir el orden en que estaban colocados los 39 átomos de la penicilina (con lo cual se hizo innecesario cultivar enormes cepas de hongos), así como los de la vitamina B12, se le concedió el Premio Nobel de Química. “Ama de casa obtiene el Nobel”, anunció el Daily Mail, sin entender el ingente legado de esta mujer.

Cuatro años después, descubrió la estructura de la insulina que, al ser producida en laboratorios, permitió a millones de diabéticos tener mejor calidad de vida.

Los últimos años de su vida los dedicó a labores pacifistas, impulsando el diálogo internacional, pronunciándose contra la guerra en Vietnam y denunciando la carrera de las armas nucleares.

La más distinguida de sus alumnas, Margaret Thatcher, a pesar de tener opiniones políticas diametralmente opuestas a los suyas, colocó un retrato de Dorothy Crowfoot Hodgkin en su despacho de Downing Street.

POR GERARDO LAVEAGA

PROFESOR DEL ITAM

@GLAVEAGA

MAAZ