"Palinuro, un hábil piloto de la nave de Eneas, se cayó al mar durante su sueño, estuvo tres días expuesto a las tempestades y las olas del mar y al fin llegó sano y salvo a la costa cercana a Velia, donde los crueles habitantes del lugar lo asesinaron para despojarlo de sus vestiduras; su cuerpo quedó insepulto en la ribera.”
¿Cuántos cuerpos han sido despojados de sus vestiduras y han quedado insepultos en México? Me veo presumiendo a Fernando del Paso por ser mexicano, bajo la mirada de vergüenza de mi país al tener una realidad como esa. Hoy en mi país, miles de muertos han quedado insepultos. Me da escalofrío y me avergüenzo; me he prometido no ser indiferente porque me convertiría en uno de ellos. Carcomida por dentro, sin que me toque el dolor ajeno, ese es el peor cáncer del alma, el que nos aleja del sufrimiento de los otros. Soy mujer, mamá y mexicana, y estoy obligada a no voltear la mirada y señalar el horror.
Tenemos los datos de las madres desesperadas que buscan. Se tiene que hablar de esto, sin miedo, sin censura, una y otra vez. Invito a mis amigas escritoras a que levanten la voz, no solo en marzo, sino en septiembre, en octubre, y desafortunadamente todos los días, porque se reportan más de 18 mujeres desaparecidas al día. ¿Ya nos acostumbramos? Una más, llegan a nuestros chats de WhatsApp: "Se busca", "ayúdame a localizarla", "Alerta". Madres buscadoras, hijas, hermanas, amigas desaparecidas.
Nuestros mecanismos de defensa nos hacen acostumbrarnos al horror y solo pienso en Judith Butler, que nos da una teoría polémica y original. La crítica de Butler y otras feministas se enfoca en que los hombres suelen empatizar con el sufrimiento de las mujeres solo cuando lo relacionan con roles familiares y se paralizan al hacer comparaciones como "pudo ser mi hija, mi hermana, mi mamá", lo cual es limitado. Este tipo de empatía no nos reconoce a las mujeres como individuos completos y valiosas por nosotras mismas, sino solo en función de cómo afectan la vida de los hombres.
El presidente actual de México tiene otros datos sobre la violencia contra las mujeres, ya que no tiene madre ni hijas, y queda completamente apartado, sin atender el problema de las mujeres. He estado en todas las marchas. Me pregunto,entonces, ¿cómo puede crear él un verdadero entendimiento del sufrimiento femenino?
Butler plantea que esta visión reduce el dolor de las mujeres a algo que solo puede entenderse si se conecta con lo personal para los hombres, excluyendo a muchas mujeres que no encajan en estos roles tradicionales. Esto deshumaniza y refuerza estereotipos de género, manteniendo a las mujeres en papeles inferiores. Para lograr un verdadero entendimiento del sufrimiento femenino, Butler invita a una empatía más profunda, que vea a las mujeres como sujetos independientes, más allá de su relación con los hombres.
Yo, al igual que Butler, los y las invito a que hagamos lo que sea necesario para que en nuestras calles caminemos libremente, sin temor, y que sepamos que podemos regresar a casa seguras. ¿Y si no es así? Estoy convencida de que en un país que desaparece mujeres y nos mata, entonces no merece nada. ¡Que arda!
POR MÓNICA SALMÓN
PSICÓLOGA Y ESCRITORA
@MONICASALMON
PAL