Un grupo de expertos internacionales nombrado por el Secretario General de la ONU presentó la semana pasada un informe planteando la necesidad “irrefutable” de una regulación mundial de la Inteligencia Artificial (IA), para evitar la brecha digital y la desigualdad.
En el informe intitulado “Gobernar la IA para la Humanidad”, se apunta que “existe un déficit de gobernanza global con respecto a la IA. A pesar de los muchos debates sobre ética y principios, el mosaico de normas institucionales aún es incipiente y está lleno de lagunas.
La rendición de cuentas suele brillar por su ausencia, incluso en lo que respecta a la implementación de sistemas de IA no explicables que afectan a otros.
El cumplimiento a menudo se basa en el voluntarismo; la práctica contradice la retórica”.
Tras reconocer que la IA está transformando rápidamente las industrias, las sociedades y la geopolítica en todo el mundo, los integrantes de este cuerpo de asesoría de alto nivel presentaron recomendaciones estratégicas para una gobernanza responsable de la IA.
El informe destaca la urgencia de una coordinación global para gestionar las oportunidades y los riesgos de la IA, especialmente a la luz de la rápida expansión de tecnologías como el ChatGPT y los diversos enfoques regulatorios internacionales, como la Ley de IA integral de la UE y las políticas regulatorias contrastantes de los EU y China.
El informe contiene un plan para abordar los riesgos relacionados con la IA y compartir su potencial transformador, instando a las Naciones Unidas a sentar las bases de la primera arquitectura globalmente inclusiva y para la gobernanza de la IA basada en la cooperación internacional, y exhorta a todos los gobiernos y partes interesadas a trabajar juntos su gobernanza y la protección de los derechos humanos.
Aunque el marco conceptual es correcto, no puede obviarse que se trata de un catálogo de buenas intenciones que contrasta con la parálisis de las Naciones Unidas derivada, entre otros factores, de las relaciones disfuncionales y confrontación entre las potencias dominantes.
Es triste constatar que algunos debates y propuestas, como el informe aludido, recuerdan el refrán “mucho ruido y pocas nueces”.
Mientras tanto, se multiplican los conflictos y vemos con incredulidad la aparición de sorprendentes tecnologías, cuyo impacto sobre nuestras sociedades hiperconectadas no comprendemos bien.
Sobran los ejemplos de aplicaciones de IA que están en el centro de las nuevas armas letales, robots y drones que se ensayan en Ucrania y en el Medio Oriente.
Así, la semana pasada vimos el despliegue de acciones que hicieron explotar –al estilo de una película de James Bond– miles de dispositivos de comunicación personal en Líbano. Es aterrador pensar que sea apenas el comienzo de la utilización de estas novedosas tecnologías.
Por último, el informe aludido advierte que los sistemas de IA rápidos, opacos y autónomos desafían los sistemas regulatorios tradicionales, mientras que su utilización como armas autónomas y en materia de seguridad pública plantean serias preocupaciones jurídicas, de seguridad y humanitarias.
POR CARLOS DE ICAZA
@CARLOSDEICAZA
EMBAJADOR EMÉRITO Y EXSUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES
EEZ